Mi patio, por el lugar que ocupa en la cuadra del fraccionamiento del medio, colinda con otro patio trasero y dos patios laterales de mis vecinos que viven al lado, o sea que, en un punto, convergen cinco patios. Cada uno con sus propias características, dimensiones y utilidades.
Siempre he pensado que los patios dicen mucho de los moradores de una casa: hay patios alegres, tristes y patios que no te transmiten nada. (Igual que algunos vecinos).
“Los patios pueden crear un ambiente tranquilo que contrasta con la agitación del mundo exterior… Se considera que el patio representa el interior de la casa, un espacio donde se puede ser uno mismo, sin máscaras ni apariencias… A pesar de ser un espacio interior, el patio permite tener contacto con el medio natural, como plantas, árboles, o incluso la vista del cielo”.
Pero yo, rara vez, miro al cielo; observo todo lo que está a mi altura y al suelo, porque puedo tener otra caída desastrosa y ¡costosa!
Por tal motivo, la vecina estuvo observándome varios días y yo nunca me percaté. Aunque me sentía “en la mira” de alguien, pensaba que eran figuraciones mías… pero a mí nunca se me ocurrió levantar la vista.
Creía que esa sensación tenía que ver con mi aislamiento.
Otra cosa que salgo a realizar al patio, aparte de regar mis cuatro árboles frutales, es trabajar en los manuscritos que me manda la editorial para que los lea y los dictamine.
Esto lo hago bajo la luz de la tarde, porque tengo en el patio una salita para jardín (con una sombra que se extiende y enrolla), que consta de dos silloncitos de plástico duro y una mesa, donde no pueden faltar unas “birrias” o una botella de vino.