La poesía es un todo; un verso representa la síntesis contundente de ese todo. La torre del pájaro, de Marianne Toussaint, nos confronta con las posibilidades del lenguaje, hace que volvamos la mirada al espacio que algún tiempo habitamos y que sigue vivo en la arquitectura de la memoria, donde el trazo orgánico de planos dibujados a mano alzada sigue intacto con toda la simbología de las emociones, y se transforma en signos legibles. ¿Qué es habitar el espacio en un tiempo? Quizá la memoria.
La torre del pájaro está hilvanada con una costura fina donde se albergan las entrañas, una historia cubierta de una membrana sustentada en la belleza del lenguaje. También es posible trasladar lo metafórico a una narrativa poética, a una prosa extensa que ofrece un sinfín de posibilidades. Los diálogos de los personajes logran que nos identifiquemos con la estructura literaria universal. ¿Qué se dice cuando se dialoga desde planos distintos? Aquello que duele puede transformarse en bálsamo, si se vierte por escrito. La comunión en la poesía resalta las vicisitudes de los personajes. Los ojos infantiles son el vuelo con el que se escala a las torres para cubrirse, para tener la certeza de salvaguardarse.
La perspectiva que construye la propuesta es la de una mirada a vista de pájaro, con la que Marianne nos muestra lo luminoso de la poesía; la pulcritud de las palabras confiere universalidad al poemario. Toussaint no tiene límites, su lenguaje revela y conecta directamente con el lector, que podrá identificarse en algún espacio del mundo. Habitar el universo de la poesía es tan necesario como el oxígeno, nos permite continuar viviendo, es esperanzador.
La torre del pájaro es un viaje al origen, un cuestionamiento constante sobre la importancia de vivir con las circunstancias que se van presentando. Los sabores del desierto endulzan la sed. Los frutos deshidratados guardan nutrientes y son escudos protectores; la poesía es curativa también por la potencia de sus nutrientes.
La torre del pájaro, como canasto de frutos del desierto, revive la memoria al degustarlos. Como instrumento insuperable y paralelo a la poesía, existe un dialogo constante que transforma las metáforas en narrativa y añade fascinación. Cito: “me dejó entrar en su vaho, / desvestirme el luto infantil”.
La incertidumbre de un momento, de un día, o de una eternidad, bajo la expectativa de una mirada infantil, por donde se asoma como un pájaro tratando de dimensionar el trazo del viaje. Los versos anteriores generan ese universo comunicativo de la poesía.
“Haz un hueco que no duela en la memoria…”
Como un ejercicio sanador, ese hueco se vuelve un túnel luminoso, por donde el alma del pájaro transita libremente, encuentra una rendija y se asoma para escuchar el canto, la música para el alma. El silencio representa la esperanza, mientras observa los diferentes matices de la luz del día como una posibilidad.
¿Qué representa La torre del pájaro? Parece un eco que se transforma en un espacio continuo y desde ahí vive, es habitado. Alguien lo espanta, el pájaro aletea, se aleja, voltea a la distancia y no existe rastro, el viento arrasa con las huellas, toma conciencia y nos lleva al cuestionamiento para deducir que tal vez pretende borrar el pasado y vivir únicamente el presente. Desde esa perspectiva, el poemario se vuelve un magnífico viaje. En cada verso, alberga un momento, una historia, como si se tratara de piezas clave donde la poeta Toussaint encuentra las piedras intactas que va engarzando. En consecuencia, el brillo y la música de cada verso hacen cantar a las aves a través de sus propios sonidos nítidos. El pájaro construye su torre en el páramo de una memoria insuperable.
La torre del pájaro es un cruce de la literatura y la memoria, desde ahí Marianne reivindica la poesía como un instrumento para comunicar desde lo más alto, donde la voz encuentra el cauce para llegar a los destinos cuando las palabras son música y armonía.
La poesía de Marianne Toussaint es un manantial en el desierto, que sacia la sed provocada por las postales cuando se revisa la memoria.

La torre del pájaro de Marianne Toussaint (Instituto Municipal de Cultura y Educación, Torreón, Coahuila)