Casi medio siglo después, la música vuelve a hablar por Francisco Tenório Cerqueira junior. Tenório Jr, como firmaba sus discos de jazz y bossa nova, parecía haberse desvanecido en la historia de Buenos Aires, su última ciudad conocida, aquella en la que la noche del 18 de marzo de 1976 lo vio desaparecer para siempre.
Era un jueves cualquiera, o quizá no, porque a seis días del golpe que instalaría la dictadura cívico-militar, la policía irrumpía en la vida de artistas, militantes y transeúntes. Tenório Jr, pianista y compositor, partía en busca de cigarrillos desde un pequeño hotel de la calle Rodríguez Peña hacia la avenida Corrientes. Nunca regresó.
El 13 de agosto, una rúbrica judicial argentina confirmó lo que durante décadas fue un suspenso doloroso: los restos hallados y analizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense coincidían con el ADN de Tenório Jr. Una certeza que devuelve un fragmento de justicia después de casi 50 años. De acuerdo con autoridades argentinas, la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad utilizó un software llamado Afis para cruzar huellas genéticas y digitales, y el resultado dejó al descubierto una verdad tardía: un músico brasileño, ausente de la política activa, víctima de la confusión y la violencia sistemática del Plan Cóndor.
Tenório Jr dejó un legado sonoro que apenas alcanza para rozar su grandeza. Grabó Embalo en 1964, un disco que lo muestra frente al piano, envuelto en la cadencia de la bossa nova y el jazz, sin concesiones, sin fusiones forzadas. Su grupo, Os Cobras, llevó esa búsqueda más lejos en O LP, mezclando versiones de Clifford Brown con melodías de Roberto Menescal. Su arte alcanzó Buenos Aires a través de Vinicius + Bethania + Toquinho, en un registro que, aunque editado como “en vivo”, fue cuidadosamente recreado en los estudios Ion.
Alfredo Radoszynski, productor del sello Trova, recreó la informalidad de los bares con botellas y mujeres hermosas, y el resultado alcanzó resonancia popular: se convirtió en uno de los discos más vendidos de la región, incluso por encima de artistas brasileños reconocidos en su propio país.
Pero la historia de Tenório Jr no es solo música; es la historia de un encubrimiento bilateral. Argentina y Brasil oscurecieron la investigación, siguiendo la pauta de un Plan Cóndor que conectaba represores y operaciones secretas. Stella Calloni, corresponsal de La Jornada, describe cómo, al darse cuenta de que se trataba de un error, las fuerzas militares prefirieron silenciar al pianista. La confusión sobre su identidad lo condenó. Testimonios posteriores, como los del periodista Domingo Meirelles o del propio Claudio Vallejos, quien relató los hechos bajo presión financiera, detallan la participación de oficiales como Alfredo Astiz y la clandestinidad de los secuestradores.
A través de los años, los restos de Tenório Jr permanecieron olvidados en osarios, hasta que la constancia del EAAF permitió la identificación. La familia del pianista, en un comunicado, reclama justicia: respuestas sobre quién mató a Tenório Jr y por qué un hombre que solo vivía para la música fue asesinado.