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Poetripiados

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La fragilidad de la gramática y de las cosas

DOLORES ETCHECOPAR y si ya no fueran sustentoestas flores por desventurasi el temblor de las hojas del tiloya no fuera sustentosi a partir de ahorael aire que respirosolo se desconsolara no se encaminaraal canto de salutaciónsi así resultasi nada cuenta como abrigoa la fragilidad de una gramáticasi el rumor del bosqueda muerte a su animalsi […]

En esta edición: Dolores Etchecopar, Denise León e Inés Legarreta

Por Catalina Boccardo / 9 de junio de 2025

DOLORES ETCHECOPAR

y si ya no fueran sustento
estas flores por desventura
si el temblor de las hojas del tilo
ya no fuera sustento
si a partir de ahora
el aire que respiro
solo se desconsolara no se encaminara
al canto de salutación
si así resulta
si nada cuenta como abrigo
a la fragilidad de una gramática
si el rumor del bosque
da muerte a su animal
si así fuera perder pie
el pie iluso
y el otro sin nacer
pasos que desafinan el mundo
sobre una casa anegada
si así fuera vivir
un viraje en mi respiración
de allí me arrancaría
por amor a un sonido
primero y último sonido
de un alfabeto que insiste
en mover la arena de los vestidos
donde un niño ha llorado
de allí me arrancaría girando mis almas
hasta vaciarlas de toda espera
hasta el vacío que renueva
los tesoros sin habla de la noche

***

riamos del zigzag que hace la vida cuando pasa
como liebre escurridiza
corre y despista su pradera
oh dicha radiante sortear con esa gracia el pequeño fin

(del libro El cielo una sola vez)


***

madre caracol de tierra
vieja madre
sotobosque tu alma
perra ciega que trae
el hueso roído de la casa
y lo suelta ante mí
quedamos a la espera de algo
yo era esa muchacha que abría las ventanas
y hubo de guardar luz en su memoria
y no supo
cernida por el grito
al que fue entrando
como un secreto esa muchacha
a lo profundo de su flor susurrada
dádiva
de una eclosión
más lenta que su vida

(del libro El deslumbramiento)


***

XC

una dedicada atención distingue a la mujer sorda
antes de las tormentas
ella se inclina
y huele la inquietud de las margaritas
no hace caso a su sordera
arranca del silencio
la maleza traída por los pensamientos
los buenos y los malos
ambos estropean por igual
lo que está por nacer
y tiembla en las ramas

***

LXII

el bufón padece las secuelas
de una hecatombe que nadie recuerda
para deshacerse de ellas
da respingos se sacude
y como el terreno puede estar minado
nunca camina en línea recta
su andar es casi siempre vacilante
sólo se vuelve por demás rotundo y atrevido
cuando trata de hacer algo
completamente inútil
su voz cascada y ronca se torna agudísima
cada vez que procura pronunciarse
y alcanza a emitir apenas una letra
o una sílaba
al resto de la palabra se la lleva el diablo
otra vez el diablo –piensa-
y mira con desánimo
cómo brilla su anzuelo
en el oído de las Personas

***

CIII

el bufón quiso ser nombrado Bueno para Nada
pero no encontró quien lo ungiera
tan raro mérito
honra al bufón:
el cuidado de la perplejidad
-esa sustancia delicada-
es visto como vergonzante
por casi todos sus allegados
sin embargo él se promulga
Bueno para Nada
y se resiste a claudicar
a deponer su falta de armas

(del libro No hables tan rápido delante de la noche)

Dolores Etchecopar (Buenos Aires, 1956). Poeta, ensayista, compiladora, editora, artista visual. Cursó estudios de filosofía en la Universidad de Ginebra (Suiza). Fundó y coordinó los Ciclos El pez que habla y Santo Cielo. Obtuvo la Faja de Honor de la SADE, 1989. Fue incluida en numerosas antologías. Publicó los siguientes libros de poesía: Su voz en la mía (1982), La tañedora (1984), El atavío (1985), Notas salvajes (1989), Canción del precipicio (1994), El comienzo (2010), El cielo una sola vez (2016), El deslumbramiento(2019), No hables tan rápido delante de la noche (2024) y una antología de su obra: Oscuro alfabeto (2012). Desde el año 2010 dirige hilos editora, sello de poesía, en las tapas de cuyos libros aparecen algunos de sus dibujos y pinturas.

———————

                                                          DENISE LEON

De muerte ke no manke Matilde Abulafia

Nunka se supo
kuala eshkalera
asuve
o avasha
el meoyo de Matilde Abulafia
deske le avatieron
al ijo
kon un kuchiyiko esmolado.
¿Ya komites, kieres komer, ken te dio?
Mazal de perro,
ojo de siego,
piedra minudika
los dias se le fizieron.
¿Ya komites, kieres komer, ken te dio?
Un viento ke ti vulanderea
komo el guezmo
de la fasulia
i el yaprak.
¿Ya komites, kieres komer, ken te dio?
Una ves,
dos veses,
mil veses,
komo un kamino
ke asuve
a kaentarle los pieses frios
a su muerto.

Nunca se supo
qué escalera
sube
o baja
la memoria de Matilde Abulafia
desde que le mataron
al hijo
con un cuchillo afilado.
¿Ya comiste, querés comer, quién te sirvió?
Suerte de perro,
ojos de ciego,
los días se le hicieron
de piedra.
¿Ya comiste, querés comer, quién te sirvió?
El viento zumba
como el olor
de las chauchas
y los niños envueltos.
¿Ya comiste, querés comer, quién te sirvió?
Una vez,
dos veces,
mil veces,
como un camino
que sube
a calentarle los pies fríos
a su muerto.

(de De muerte que no manke, en prensa, EDUNT, 2022).

De muerte ke no manke Leon Saul

Este es Leon Saul,
empesijo i fin del viaje.
Eshkapado del asker turko
tomo un barko ke era el ultimo
i se fizo flor de sangre
i promeza.
Leshos de la stampa de la voda
provo otros frutos,
otras fievres.
Le embio a la sposa
una sola letra sin adreso:
roga por mi.
Dinguno save
onde
la muerte le puso el chapeo.
Leon Saul tiene pagado su presio
i ande sea ke durma
la yierva es solo yierva.

Este es León Saúl,
comienzo y fin
del viaje.
Huyendo del ejército turco
tomó un barco
que era el último
y se hizo
flor de venganza
y promesa.
Lejos de la foto
de la boda
probó otros frutos,
otras fiebres.
Le mandó a la esposa
una única carta
sin remitente:
ruega por mí.
Nadie sabe
dónde
la muerte le puso el sombrero.
León Saúl
ha pagado su precio
y donde sea que duerma
la hierba
es sólo hierba.

(de De muerte que no manke, en prensa, EDUNT, 2022).

Luisa (1914)

            lo vimos partir kon las kabezas echadas para no sintir el viento. Nos kedimos ai asentadas, sin yorar, sintiendo ke mankava desde siempre. Era enverano i mi madre disho no te kites los chapines. Se eskapo de Izmir en un vaporiko ke era l’ultimo. Sin despartirse. Topo l’ultimo i se vino. ¿Iba sin chapines para avajarse mi padre, eskapado del ashker turko? Disho mi madre ke se los avia djugado a las kartas en el barko de venida i ke me tuvo en los brazos kuando nasi i ke no me soltava por nada del mundo. Sus dedos largos de siniza me ensenyan la stampa amofecida de la boda. ¿Estas viendo? Este es el i esta soy yo. ¿I los chapines? ¿I los labios apegados de la novia ke paresen kudiar una promesa? La stampa tambien cruzo la mar i se inklina komo arrodiyada en el estante i el gesto de kuando se kitaba las puseras. Sus gestos de siniza ke no tokan la tierra. Sus dedos largos soltaron mis dedos: solo me kedaron las promesas.

            lo vimos partir con las cabezas inclinadas para no sentir el viento. Nos quedamos ahí sentadas, sin llorar, sintiendo que faltaba desde siempre. Era verano y mi madre me dijo no te saques los zapatos. Se escapó de Esmirna en un barquito que era el último. Sin despedirse. Tomó el último y se vino. ¿Iba sin zapatos para bajarse mi padre, escapado del ejército turco? Dijo mi madre que se los había jugado a las cartas en el barco de venida y que me tuvo en los brazos cuando nací y que no me soltaba por nada del mundo. Sus dedos largos de ceniza me muestran la foto envejecida de la boda. ¿Estás viendo? Este es él y esta soy yo. ¿Y los zapatos? ¿Y los labios unidos de la novia que parecen cuidar una promesa? La foto también cruzó el mar y se inclina como arrodillada en el estante y el gesto de cuando se sacaba las pulseras. Sus gestos de ceniza que no tocan la tierra. Sus dedos largos soltaron mis dedos: sólo me quedaron las promesas.

(de El saco de Douglas, Paradiso, 2011).

            mi madre no yora ni kafurea. Lavora sin parar. La partida de mi padre es un punto leshano en sus oyos escuros ke se umedesen mientras lava. Es tadre i las solombras se egstienden i mos rozan la sangre. Respiramos komo los peshes i no mos dizimos nada. Estamos solikas, las dos. Kaje komo si el no hubiera egzistido. Apenas mos keda un nombre i una karta sin aderezo: vende la kaza i venite. Mi madre alevanta su kara asta mi frente i el lienzo arefreska mi piel kalenturienta. Siento el guezmo aspero del djabon i el agua mientras djuego a eshkonderme dentre la ropa moshada. Mi padre no keria morir. Se fue eshkapado, mi padre, sin chapines, fuyendo del ashker turko ke arrasava kon todo. Disho vende la kaza i venite. ¿Adonde mos ivamos a venir mozotras? Mi madre dize mi nombre kon boz keda. Ya es la noche i la ropa tendida gotea komo si se fuera undiendo avagar avagar en la tierra.

            mi madre no llora ni protesta. Trabaja sin parar. La ausencia de mi padre es un punto lejano en sus ojos oscuros que se humedecen mientras lava. Es tarde y las sombras se extienden y nos rozan la sangre. Respiramos como los peces y no nos decimos nada. Estamos solas, las dos. Casi como si él no hubiera existido. Apenas nos queda un nombre y una carta sin remitente: vendé la casa y venite. Mi madre levanta su cara hasta mi frente y la tela húmeda roza mi piel afiebrada. Siento el aroma áspero del jabón y el agua mientras juego a esconderme entre la ropa mojada. Mi padre no quería morir. Se fue huyendo mi padre, sin zapatos, huyendo del ejército turco que arrasaba con todo. Dijo vendé la casa y venite. ¿Adónde íbamos a ir nosotras? Mi madre dice mi nombre en voz baja. Ya es de noche y la ropa tendida gotea como si se fuera hundiendo, poco a poco, en la tierra.

(de El saco de Douglas, Paradiso, 2011).

La piedra minudika
del silensio.
La kamareta de mi madre.
La yavedura blanka
ke mira a la kamareta.
Los talones de mis pieses
ke desean
i no ayegan la ventana.
El empiezo de todas las kosas.
La palavra ke kita el miedo
i una boz
ke es la manyana.

La piedra pequeñita
del silencio.
La habitación de mi madre.
La cerradura blanca
que mira a la habitación.
Los talones de mis pies
que desean
pero no alcanzan la ventana.
El comienzo de todas las cosas.
La palabra que quita el miedo
y una voz
que es la mañana.

Denise León (1974, Tucumán) nieta de inmigrantes sefaradíes. Es Profesora Asociada de Literatura Latinoamericana en la UNSa, Investigadora del CONICET y se doctoró en Literatura Latinoamericana en la UNT. Como poeta ha publicado Poemas de Estambul (Alción,2008), El trayecto de la herida (Alción, 2011), El saco de Douglas (Paradiso, 2011), Templo de pescadores (Alción, 2013), Sala de espera (elCRUCEcartonero, 2013), Poemas de Middlebury (Huesos de Jibia, 2014), Mesa de pájaros (Bajo la luna, 2019), Árbol que tiembla (La Ballesta Magnífica, 2022) y Nostalgias del Imbat. Poesía Reunida (EDUNT, 2023. Poemas suyos han sido incluidos en diversas antologías y traducidos al inglés al japonés, al polaco y al portugués. 

———


                                                     INÉS LEGARRETA

Nueva York (no) es para todos (Fragmento)

(…)

II
Las modelos

Salían las manos del vestido quimono
seda en color borravino
los brazos delgadísimos manos pálidas
largas las uñas negras puntos brillantes
y los austeros stilettos de 15 centímetros
incansables las modelos se alzaban para volar
y caer suavemente a tierra
(garzas- grullas – geishas)
volaban caían
caían volaban
sin quejas sin incomodo sin la mínima nota
ante el mal clima los videos caseros las fotos
las risas los cuchicheos la incesante curiosidad
en shorts en remeras en zapatillas de marca
paraguas floridos impermeables de 10 dólares
bajo el puente de Brooklyn
bajo el cielo amenazante
bajo la lluvia cayendo
fuerte copiosa
las modelos no sonreían
no pestañaban no miraban
eran solo una una misma
siempre la misma

¿un concepto?

III
La mujer en la Octava y 37

En la Octava y 37
la cabellera leonina los pechos enormes
la grasa en el abdomen los pantys rotos
y la ristra de collares tan vistosos y sucios
como la voz enronquecida y furiosa
que arrastraba el carro sin ruedas
con papeles cartones bolsas de nylon basura
a resguardo el tesoro que protegía
de los empujones de la codicia invisible
del manotazo artero de cualquiera de los transeúntes
que pasara a su lado
cada tanto se detenía cada tanto le cantaba
¿al hijo?

madre tierna.

(…)

(Inédito)

***

La Sinrazón

¡Ay, de la Muerte no sé
de qué color va vestida
y no sé si lo sabré
!
Nicolás Guillén

I
La sinrazón
llegó un día
y se quedó ama de todas las cosas
mirándonos fijo.

Está desde entonces
debajo de todas las conversaciones
y murmullos
atenta a cada pausa y silencio
al mínimo espacio en donde
pueda asentarse
dispuesta a coronar en bordado simple
o complejo
la desdicha

y si todavía nada ocurre
es porque espera
se desprende
y sobrevuela
silenciosa
en la casa

II
Se anestesia la tarde a veces
una calma densa y suave mueve las hojas
de los paraísos en el patio
en la maceta el gato inmóvil
vigila lo que se desprende del aire
como polen de las flores la tristeza
viene a las sonrisas de los que
sentados en el sillón del living
miran sin mirar los programas de la tele
o apenas hablan los labios secos
no dicen la sinrazón la desdicha
porque se precipitan las ideas
en la honda caja de Pandora
y de ahí hasta cuándo caer
entonces el gato salta
y entra a la casa

III
El calor tórrido preside las conversaciones
la alternancia entre desconsuelo y esperanza
asentado allí el calor en el medio de la sinrazón
pero oscurecido entre puertas y ventanas
no
cesa

porque los rayos igualmente queman – campo abierto el cuerpo-
secan las aguadas los pajonales el monte
cae a pique sol adentro
extendida la figura
de quien a tientas
baja la escalera
pide agua

IV
Larga es la noche
más larga la tarea de no pensar
ni sentir los llamados de músculos
nervios órganos
abandonar la espera
y unido ser
solo un cuerpo
un objeto esa materia
que finalmente
reposa

V
De pronto los ojos
se iluminaron
como antes

Antes es la línea por donde
caminan
la vida los deseos y el desorden

Antes
es una palabra atroz


(Inédito)

Inés Legarreta (Chivilcoy, pcia de Bs.As). Tiene 8 libros publicados de narrativa: En el bosque (1990), Su segundo deseo (1997), La Dama habló (2004), El abrazo que se va (2008), Tristeza de verse lejos (2010), La turbulencia del aire (2012), La imprecisa voz que me sueña (2014) y Un abanico que apenas se abre-Una luz que no daña ni enceguece (2020). Tiene 6 poemarios publicados: La puntada invisible (2016), El jardín desconocido (2018), Una gramática para mis sueños (2018), Un amor doméstico y oscuro (2019) Sueños y sombras (2021) y De lejos y de cerca (2023). Entre los premios recibidos en narrativa se destacan el “Premio Iniciación de la Secretaría de Cultura de la Nación”, la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes, el “Premio Único del Gobierno de la Ciudad de Bs, el Premio Nacional de “Los Cuentos de La Granja” de Segovia, España. En poesía recibió el Tercer Premio en el “Primer Concurso Nacional de Poesía Inés Manzano 2022“, y el “Segundo Premio de la Fundación Victoria Ocampo (2015), entre otros. Coordinó talleres de escritura y lectura. Co-dirigió la revista Literaria Fledermaus. Co-dirigió Narradores Argentinos en APA. Y, actualmente, Palabra Poética en la Sociedad Francesa de Chivilcoy.

                                                                    

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