Respirar es una manera de juntar aire para nuestro propio huracán
¿Alguna vez te has detenido a contar las grietas del cuarto
donde duermes?
Habitar implica darse cuenta
de que algo se ha roto.
inhalo para recuperar aliento
después de haberme pasado horas
insultando a las yemas de mis dedos
por no poder retener el tacto
de la ternura
Entonces necesito que algo duela.
Estrellarse por la necesidad de saber
si eres nave:
objeto que viaja;
se vuelve cosa de todos los días,
nunca sabes cuándo llegará la necesidad de
planear más fugas,
cortar más amapolas o
publicar en Instagram otro abrazo
que se despide.
Cuando me encierro soy pájaro
Una estatua llueve por la ventana
y a kilómetros de este no-lugar
alguien vomita bajo el monumento,
aquí otra persona usa el baño,
todos nuestros deshechos
terminan pasando por las nubes
una vez completo el ciclo del agua.
Ninguna hormiga se esconde al verme,
para ellas todo lo que avance
mata
y la muerte les es indiferente.
Un automóvil impacta
contra el rostro
de un grafiti
en memoria
de las víctimas causadas
por accidentes viales.
¿Me das chance de poner mi urna aquí, krnal?
Aquí debería haber un (?)
o una hoja en blanco,
en lugar de eso
están las cenizas
de un wey que no se atreve a arder.
Tengo poco más de 20 años y ganas de comprar una pistola
Debería estar escribiendo cosas chidas,
escribir, por ejemplo, que un barco verde
navega las mentes de mi ciudad
y todos reímos,
pero los barcos son ilegales en esta parte del país
y a nadie le causa gracia
ver cuerpos colgando de los puentes,
por eso hoy escribo:
La belleza terminó de pudrirse hace mucho y no hacemos
más que disimular
nuestra necrofilia.
—-
Zauriel Martínez Hernández (San Luis de la Paz, 2000) Estudiante de filosofía en la Universidad de Guanajuato y autor de Díganle Adiós al Ratón (Tierra Adentro, 2021), Faros sin filtro (Fósforo, 2024) y Cartografía de paraísos insomnes (Awita de Chale, 2025), entre otros libros. Aficionado de la biorobótica y memero de tiempo parcial.