La poeta mexicana Jeanne Karen, reconocida por su estilo versátil y su exploración de nuevos formatos, nos habla en esta entrevista sobre su más reciente libro, El Gato de Schrödinger. Inspirado en la famosa paradoja cuántica, la autora transforma este concepto en un extenso poema que reflexiona sobre la incertidumbre de la vida y la dualidad de la existencia.
A lo largo de la conversación, Karen comparte su evolución literaria, desde su primer poemario hasta su producción actual, marcada por la fuerza y la contundencia de sus versos. Además, reflexiona sobre la influencia de su infancia en su escritura, el impacto de las escritoras en la literatura mexicana y la capacidad de la poesía como herramienta de resistencia.
Con una trayectoria que ha llevado su obra a escenarios nacionales e internacionales, Jeanne Karen nos invita a leer, escribir y, sobre todo, a creer en el poder de la palabra.
A continuación, la entrevista completa:
1.- ¿Cómo surgió El gato de Schrödinger?
Estaba leyendo cosas al azar, como suele ocurrir, cuando de pronto me encontré con la teoría de El gato de Schrödinger. Quise comprender en detalle lo que se explicaba en el artículo, pero, quizás debido a mi forma de procesar las cosas o mi tipo de pensamiento, no lograba entenderlo del todo. Entonces decidí crear una especie de fórmula para mí misma, porque, al igual que al gato, a mí también me llena de curiosidad lo nuevo. Comencé escribiendo algunas ideas y, poco a poco, fui desarrollando el texto.
El Gato es un poema largo, pero, por cuestiones de edición, quise separarlo para que, al ser ilustrado, se pudiera disfrutar tanto lo plástico como la poesía en sí. El tema principal es la disyuntiva en la que, a veces, una persona puede encontrarse en la vida: estar en dos sitios a la vez, hacer dos cosas al mismo tiempo y no poder decidir qué hacer y qué no. Nos hallamos divididos entre dos realidades, tal vez solo aparentes; nunca se sabe.
2.- ¿Cuál es la diferencia de este libro con los anteriores?
Este libro nació de la experimentación con nuevos temas. Debo decir que todos mis libros poseen una particularidad: son distintos en muchos aspectos. Algunos han sido escritos en prosa poética, mientras que otros están compuestos enteramente por poemas. Lo que todos tienen en común es mi deseo de escribir, conocer, expresar y jugar con el lenguaje.
En El Gato de Schrödinger quise transmitir tanto una idea como la belleza de las imágenes; espero haberlo logrado. Para mí, cada verso del libro es muy importante, pues lo trabajé minuciosamente para darle esa forma y ese fondo.
3.- Si pudieras escribir un poema en el cielo para que toda la ciudad lo viera por un instante, ¿qué versos elegirías y por qué?
Quizás algo breve, no porque falte espacio en el cielo, sino para que sea fácilmente recordado. Me gustaría escribir:
Celebro que estoy viva,
que es mía la memoria,
y en ella escribo lo que deseo.
Tomo de ella lo que me pertenece
y le devuelvo el sol más alto,
el agua en su pura y concentrada gota.
Le doy la tierra que apreté en mi mano,
fértil,
intacta,
renovada.
4.- A lo largo de los años, tu poesía ha crecido contigo. Si tu primer libro fuera una voz en una habitación y este último otra, ¿cómo dialogarían entre sí?
Mi primer libro tendría una voz triste y profunda, llena de influencias, como una voz que sube y baja de tono según la conversación. Se llama Canto de una mujer en tierra y trata sobre la percepción que tenía de la muerte. Es un poemario que comencé a escribir a los diecisiete años.
El Gato de Schrödinger, aunque es el más reciente en publicarse, no es el último; tengo varios libros terminados que aún no han salido a la luz. Así que, en ese diálogo entre Canto y El Gato, la voz en este último tiene mucha más fuerza: está llena de versos contundentes, cortos, sin miedo ni titubeos.
Sin duda, sería una conversación interesante, un coro de voces y maneras de pensar, de habitar la realidad, de manejar las palabras y las imágenes. El lenguaje cambia con cada libro; la poesía encuentra la forma de expresar lo que sucede en el instante, pero también de dejar un mensaje que perdure.
5.- Imagina que puedes escribir un poema en el reverso de un billete que pasará de mano en mano por todo México. ¿Qué diría?
No sé exactamente qué versos utilizaría, pero creo que hablarían de la libertad. Para mí, es lo más importante, por encima de cualquier otra cosa, emoción o forma de vivir. Tal vez escribiría algo que uniera la libertad con la soledad.
6.- ¿Cómo ha cambiado tu forma de entender la poesía con el paso de los años? ¿Qué le dirías a la poeta que fuiste a los 20?
Le diría que nunca deje de leer, pero que cuide sus ojos. Si encuentra lecturas tediosas, que las deje a un lado y continúe con algo que realmente llene su corazón, su emoción, su intelecto. Que no pierda el tiempo en comparaciones inútiles, envidias o rencores. Que siga apoyando a otros a escribir, que lleve el oficio más allá, que no solo escriba poesía, porque hay todo un universo en la palabra. Y, sobre todo, que nunca deje de crear y de creer.
7.- ¿Cómo crees que tu niñez, con sus momentos de luz y sombra, se filtró en los primeros versos que escribiste y cómo sigue influyendo en tu poesía hoy?
Mi niñez fue radiante, el tiempo en el que viví y descubrí la felicidad, la alegría y el gozo de existir. También fue en mi infancia cuando, muy pronto, me encontré con la literatura. Tuve la fortuna de crecer en una casa llena de libros, con padres maestros, por lo que el conocimiento siempre estuvo al alcance de mi mano, y más aún, aprendí a amarlo y atesorarlo. Recuerdo las tardes frente a la enciclopedia; puedo decir que la leí de la A a la Z. También comencé a leer poesía, aunque muchas palabras me eran desconocidas. Sin embargo, siento que en ese tiempo me acerqué a algo fundamental: el ritmo del lenguaje, la música que creaban esas palabras. Al leerlas repetidamente, me dieron las fórmulas para encontrar mi propia música, ese ritmo que considero esencial para escribir poesía.
8.- Si tu poesía tuviera un perfume, ¿a qué olería? ¿Sería un aroma nostálgico, rebelde, melancólico o inesperado?
Ahora puedo decir que sería un aroma inesperado, porque, como mencionaba, creo que cada libro es muy diferente. Me gustan los aromas dulces y cítricos, pero también aquellos extraños, como el de las piedras lisas cuando la lluvia las moja: una mezcla entre mineral, fresco y terroso.
9.- La literatura mexicana tiene una gran tradición de voces fuertes y críticas. ¿Cómo crees que las escritoras de hoy están reescribiendo esa historia y qué lugar ocupa tu poesía en ese proceso?
Sin duda, la tradición literaria mexicana es enorme y cuenta con representantes impresionantes. Entre las escritoras, destacan voces como Dolores Castro, Enriqueta Ochoa, Margarita Michelena, Thelma Nava, Coral Bracho, Aline Pettersson, Claudia Hernández de Valle Arizpe, Minerva Margarita Villarreal, Marianne Toussaint, Elsa Cross, Sara Uribe, Elisa Díaz Castelo, Karen Villeda, Nadia Contreras, Carmen Ávila y Esther García.
Lo que estamos reescribiendo es un nuevo comienzo: estamos leyendo, comentando y reseñando la obra de mujeres poetas, voces que durante muchos años estuvieron casi ausentes en el panorama literario. No porque las mujeres no escribieran, sino porque el mundo literario estaba acaparado y controlado casi en su totalidad por los hombres. Ahora estamos disfrutando, estudiando y compartiendo el gran legado que han construido nuestras poetas y escritoras. Esas voces únicas llegan hoy a nuestra vida para recordarnos que la poesía es de todos.
Soy parte de ese proceso, una de esas voces que no se detienen, que siguen a través de los años. Mi trabajo se caracteriza por la búsqueda: siempre estoy tratando de llegar, de encontrar respuestas.
10.- ¿Qué escritores o escritoras mexicanos, de cualquier época, crees que aún tienen mucho que decirle a las nuevas generaciones y cómo su influencia se refleja en tu trabajo?
Admiro profundamente a los escritores mexicanos; nuestra literatura es grande, impresionante, y, sin duda, deja una huella importante a nivel mundial. Hay grandes figuras en nuestro país, y he sentido admiración por muchos de ellos en diferentes momentos de mi vida y mi carrera como escritora. Sin embargo, siempre regreso a los que más quiero, a aquellos que me traen los mejores recuerdos, los que me llevan a rememorar esos días en los que decidí que quería escribir. Por ejemplo, me gusta volver a Octavio Paz, Villaurrutia, Gorostiza, Sabines, Enriqueta Ochoa, Dolores Castro, Salvador Novo y Héctor Carreto.
11.- Finalmente, en un país donde la literatura ha sido también una forma de resistencia, ¿cómo ves la poesía como herramienta para cuestionar las estructuras sociales y políticas actuales?
La poesía llega pronto, entra por los ojos y se expande por el cuerpo a través de todos los sentidos. Es como una flecha, como una punta, como el rayo y el toro, como nos dice Miguel Hernández.
No hay mejor forma de comunicar una emoción o una idea que a través de versos bien escritos, bien dirigidos, bien pensados. Un buen poema siempre perdurará mucho más que un buen discurso, pues, por su propia naturaleza mnemónica, pronto se hace parte del todo. La gente lo recibe, lo canta, lo copia, lo comparte, le da vida, lo pinta, lo baila, lo ama o lo odia, pero permanecerá vivo, transmitiendo su mensaje de resistencia y libertad.