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Cuando me hice amigo de cuatro árboles

Mi aislamiento por el coronavirus fue total y extremo, peor que si fuera un leproso; porque estos sobreviven y mueren en compañía de otros leprosos. Si no fuera por mi trabajo, el celular, el WhatsApp, el Facebook, Google, la televisión y las plataformas (para ver series y películas), mi mente se habría atrofiado. Y aunque […]

Hasta les platicaba del manuscrito en el que estaba trabajando o de mis vicisitudes del día

Por Miguel Ángel Chávez Díaz de León / 9 de junio de 2025

Mi aislamiento por el coronavirus fue total y extremo, peor que si fuera un leproso; porque estos sobreviven y mueren en compañía de otros leprosos. Si no fuera por mi trabajo, el celular, el WhatsApp, el Facebook, Google, la televisión y las plataformas (para ver series y películas), mi mente se habría atrofiado.

Y aunque ustedes no lo crean, los cuatro árboles frutales del patio trasero se convirtieron en mis “amigos”… ¡Al grado de que les hablaba y, en mi mente, me contestaban!

Por mi vulnerabilidad y fragilidad ante un posible contagio, no tenía contacto físico con nadie; así que los árboles frutales eran los únicos seres vivos con los que tenía contacto directo.

Los regaba, les hablaba y hasta les platicaba del manuscrito en el que estaba trabajando o de mis vicisitudes del día.

Como el clima es demasiado agresivo aquí, en Ciudad Juárez, casi a diario salía a regar mis árboles al bajar el sol, sin desperdiciar mucha agua.

Y por las condiciones de mi embolia, nunca veo hacia arriba; más bien, hacia abajo, porque un paso en falso y puedo romperme (de nuevo) el tobillo. (Ya tengo ocho tornillos y una placa de titanio en el tobillo de la pierna “semidormida”).

Por eso tardé bastantes días en descubrir la presencia de mi vecina.
Además, nunca había sabido de ella; yo sabía que en esa residencia no habitaba una señorita de esas características.

En esa residencia vivían solamente una pareja de ingenieros, su hija de seis u ocho años y su niñera… Nadie más.

Los dos eran gerentes de diferentes maquiladoras; lo supe por ellos mismos, que se habían presentado en una junta vecinal convocada por el guardia del fraccionamiento principal y más fifí.

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