Si “libertad” significa, antes que nada,
la responsabilidad de cada individuo para la
determinación racional de su propia existencia personal,
profesional y social, entonces no hay mayor temor
que el establecimiento de la libertad general.
Wilhelm Reich
De las diez estrategias de persuasión manejadas por el politólogo y lingüista norteamericano Noam Chomsky, cuyas referencias obran en miles de artículos e investigaciones —que se pueden consultar de forma más específica en sus obras, donde cita un texto poco añejo conocido como “Armas silenciosas para guerras tranquilas”—, también se encuentran implícitas en un compendio de entrevistas titulado “Lo que en realidad quiere el tío Sam”, así como en “Ilusiones necesarias” (1992), “The Propaganda System” (1992), “El nuevo orden mundial” (1996), “Lucha de clases” (1997) y “El control de nuestras vidas” (2000), entre otros.
Como método de persuasión por excelencia, y al que nos referiremos de forma puntual en este breve escrito, Chomsky maneja la complacencia de la mediocridad, haciendo de la televisión la herramienta más eficaz para ello. Nos muestran, dentro de una burbuja, cómo ser como los conductores de programas de revista —en el caso específico de nuestro país, Hoy, Venga la Alegría o incluso los del afamado actor ya hollywoodense Eugenio Derbez—. Ser estúpido está de moda; actuar irracionalmente nos traerá fama y fortuna, esta última, la principal fuente de paz terrenal en un mundo caótico y comercial donde damos un estatus de Dios al dinero.
Una prueba muy específica se encuentra en la gran popularidad que han tenido los reality shows de La Casa de los Famosos, que no solo tienen éxito en nuestro país, sino que han trascendido fronteras, como en su tiempo lo hizo el ahora nuevamente de moda Chavo del Ocho, cuyo principal elemento de humor era precisamente la torpeza de sus actores, como también ocurrió con muchos otros de la Época de Oro del cine mexicano.
Desde la óptica psicoanalítica, podemos decir que, derivado de los procesos de identificación con estos sujetos de pantalla, logramos equilibrar la energía emanada de la libido comportándonos como autómatas, idealizando esta forma de acción como la que nos llevará al “éxito”, y que guarda completa relación con lo que expongo sobre el cine de oro mexicano, que entre otras cosas logró mantener el equilibrio social, enarbolando la pobreza como algo natural y superior. Así vemos ahora a cientos, miles de influencers que dominan las listas de popularidad y generan ingresos millonarios a raíz de lo que aquí exponemos, cuya raíz Chomsky expuso décadas atrás.
La autoculpabilidad, otro de los elementos sugeridos por Chomsky, es aquel sentimiento que nos siembra la idea de que no tenemos fortuna porque no queremos; nosotros somos los culpables de nuestro propio destino. Las posibilidades y oportunidades se dan a todos por igual, como si no existiera una brecha enorme entre las clases sociales en este país, donde vale más tener conocidos que intelecto y ganas de superación, lo cual ciertamente es un denominador común en las denostaciones de las clases políticas a lo largo de décadas. Es evidente este punto con la asunción de personajes automotivacionales como Roberto Lozano, la deidad de Paulo Coelho y muchos bestsellers que no hacen otra cosa sino legitimar el status quo, introyectándose en la mentalidad de quienes son propicios al masoquismo y la autoflagelación.
Las clases hegemónicas poseen algo que a nosotros nos cuesta incluso percibir en la vida diaria y en el análisis personal: conocen el comportamiento humano de manera minuciosa, conocimiento que han adquirido a lo largo de los años mediante estudios biológicos, neuronales y psicológicos.
Por ello, debemos tomar en cuenta todos y cada uno de estos elementos para poder romper con lo que ellos creen tener ya instrumentado. Demostremos que somos capaces de cambiar, a pesar de los años en que nos han estado estudiando con fines perversos. Ellos son la Matrix y la manejan a su antojo.
Demostremos, una vez más, que podemos construir un futuro más humano y menos desalentador. Cabe mencionar la exposición de que, si en los próximos cien años los humanos no abandonan la Tierra y colonizan otro planeta, no sobrevivirán, expresado por el célebre y recién fallecido físico Stephen Hawking en el documental The Search for a New Earth (La búsqueda de una nueva Tierra), así como lo expresado en el documental del esloveno Slavoj Žižek, Documental biográfico (2005), donde sostiene que ya nadie debate si el mundo debe ser comunista, fascista o socialista, y que todos aceptamos silenciosamente que el capitalismo global llegó para quedarse; por otro lado, hoy estamos obsesionados con las catástrofes cósmicas y con la idea de que el mundo desaparecerá.
Efectivamente, la clase gobernante y hegemónica está totalmente deshumanizada. La pregunta que hoy debe preocuparnos es si lograremos sobrevivir como humanidad. Estos planteamientos, que vertebran la obra de Chomsky, nos invitan a repensar si seremos capaces de dejar de actuar como si fuéramos gobernados por la Matrix.