Cada parte de ti
tiene forma ideal
y si estás junto a mí
coincidencia total
de cóncavo y convexo
Roberto Carlos
Lucía Ventura eclipsó a nuestra generación con sus zapatos Mary Jane. Su estilo genuino acabado en charol negro de alto brillo fue la sensación en la función de mi debut un 3 de noviembre en la Pista Arena Revolución, bajo la tutela de San Martín de Porres y Gran Markus Jr., mi padrino. El diseño clásico de Plataforma Chunky de 4 centímetros, combinado con un aire osado y ochentero, lució en primera fila de ring side. El estilo de los Mary Jane, aseveraba la publicidad, ha eclipsado hasta el último rincón del street style. Esa ocasión deslucieron el triunfo que en parejas obtuvimos frente a nuestros rivales técnicos en dos caídas al hilo. A Lucía le acompañaron los años preparatorianos y sacó jugo a su versatilidad para atuendos casuales y de estilo escolar, convirtiéndola en la lolita gótica que empequeñeció a las demás chicas.
Su colección de zapatos fue tema de un reportaje de la revista más importante de espectáculos. La misma que publicó en febrero al grupo musical español que nos había enamorado y al que nos prometimos conocer cuando viniera a México. También la revista luchística, que era la sensación comercial por sus portadas compartidas, le dedicó tres páginas “al mundo de sus zapatos” en su sección de moda y tendencias. Era amplio el repertorio de zapatos de Lucía que el titular fue tema de conversación varias semanas: “una auténtica fashionista de la cabeza a los pies”. Nunca mejor dicho. Los zapatos fueron el pretexto ideal de asociaciones tempranas para construir el fetiche. Los pies de Lucía se convirtieron progresivamente en una discreta fuente de atracción. Un cableado de excitaciones neurológicas y sensoriales ahora transitaban de sus pies a mi cabeza.
La cobertura de mi debut se centró en la cartelera y el resultado. No existen notas periodísticas digitalizadas ahora de fácil acceso. Solo tres diarios y algunos ejemplares, en mi egoteca, de las tres revistas de lucha libre que dieron cuenta de mi nombre, herencia y formación luchística, además de ponderar mi juventud y una carrera que prometía dentro de la facción “de los independientes”. Cuatro emblemáticos programas de mano “azulados” de aquel día, con el legendario diseño de Lucha Libre Internacional, son documentos testimoniales que conservo. “La primera caída la ganó el debutante rudo cuando aplicó puente olímpico y “espaldas planas” al rival técnico, mientras que su pareja llevó a su contraparte a una “doble nelson” que le imposibilitó salvarse de los tres segundos fatídicos”. Para la segunda caída apliqué un castigo a los brazos de mi oponente que no fue suficiente para rendirlo, por lo que empleé una “hurracarrana” para lograrlo, mientras que una “Gori special” de Markus Jr. hizo pedir paz a su oponente técnico.
La astucia y hedonismo de Lucía me revelaron que los zapatos Mary Jane, también conocidos como Merceditas, han sido portados por “las musas de moda” más destacadas, ora en la ficción, ora en la vida real. Entre otras, Coco Chanel, Jane Birkin y Sarah Jessica Parker, quien es el icono más asociado a este tipo de zapato. Lucía niña viajó con su padre a Broadway, en 1979, para ver el musical Annie donde la joven actriz nacida en Ohio, en 1965, fue una de las que interpretaron el papel principal de Annie. Ese calzado usado por la actriz fortaleció el recuerdo más tierno de la infancia de Lucía. Los zapatos Mary Jane, del diseñador de moda español Manolo Blahnik, que usaría años después su personaje Carrie Bradshaw en la serie Sex and the City, también se volvieron icónicos.
Los pies de Lucía vestían a veces unos Mary Jane de punta redondeada confeccionados en charol y con correa para ajustar el empeine. Otras, lucían unos clásicos de suela baja o de Tacón Kitten que son un homenaje a las versiones de los años veinte del siglo pasado que usaban las flappers, mujeres jóvenes emancipadas de las convenciones de su tiempo. Lucía simpatizaba con los desafíos a las normas sociales, el estilo de vida independiente, el uso de cabello corto y de turbas faldas. Ponderaba su independencia femenina practicando deportes, hablando explícitamente de la sexualidad, conduciendo su automóvil -regalo de sus quince años- y escuchando jazz. Lucía inigualables sus zapatos con vestidos midi florales, diseño boho y blazers.
La comunicación abierta con Lucía fue clave para nuestras citas pasionales con un fetiche de pies. El consentimiento nos condujo a una relación satisfactoria y comprensiva. Comenzamos con la seducción de las medias, agregando así un toque de sofisticación y encanto. No hubo día en que Lucía no luciera unas medias negras altas, hasta el muslo, con banda elástica de silicona. Habríamos de agregar otros accesorios, una capa adicional de emoción y elegancia al fetiche. Los arneses de cuero y látex fueron más que un adorno para sus pies. Introdujeron un elemento de la estética de la esclavitud que nos convenció de que podríamos incluso beber de nuestra sangre. Nuestro fetichismo in crescendo no estaba fincado en los estereotipos, tampoco en una visión simplificada de la sexualidad compleja y variada. Si bien en la cultura popular los fetiches tienen una presencia notable pero sutil, la cultura pop de la que procedemos alimentó nuestra fascinación por la estética retro y el coleccionismo de objetos vintage.
En su amplio repertorio de Mary Jane destacaban pares de Charol Negro, Miga y Campari -los más bellos-, unos de Sintético Late, Negro, Rojo y Nutty con remate de moño al frente; unos elegantísimos Nairobi Nude de plataforma y los extravagantes Lince Camel, la más reciente experiencia que vivimos un día antes de mi debut. Habría de usar en interminables noches eróticas pre-luchísticas, cómodos, elegantes y clásicos modelos Weide, con plataforma punk y tiras cruzadas; un par Green Love, otro Dream Pairs, sin cordones, tipo mocasín con plataforma, y otros -Negro Pat- de tacón bajo con puntera cerrada gruesa. Un día me sorprendió con un hermoso par blanco tipo mocasín de la marca Westies. “Zapato elaborado en material sintético, acabado en charol con estampado liso, fijación de 1 tiempo, punta redonda, textura lisa, cuña flat y suela sintética. Altura de tacón 6 cm”, decía en la descripción del producto y en el certificado anexo que legitimaba la marca que estaría “presente en cada etapa de la vida de las mujeres” y cuya primera tienda había sido inaugurada en Guadalajara. “Es tu regalo anticipado”, insinuó. Era el año del lanzamiento de la marca en México, también el de mi consagración en El Toreo y mi presentación en la lucha semifinal. Era un trotararenas como apuntaba Lucía. Formaba parte de la caravana de los Independientes, tenía contrato con la promotora UWA y con regularidad luchaba en la Arena Puebla, Afición de Pachuca, y las de Toluca, Querétaro y Nezahualcóyotl, sin menospreciar otras arenas chicas de la periferia.
El erotismo construido en torno a nuestros fetiches fue un factor análogo. Un producto cerebral de la más individual de las combinaciones. Los procesos físicos entre ambos permitieron que la exaltación mental resonara y alcanzara su punto erótico, tanto o igual que en lo artístico de los zapatos Mary Jane; la embriaguez de un «comportamiento amoroso interior», que encontró su última explicación como su consumación final en el estado mental erótico que compartimos, y permaneció encasillado en el engranaje de los demás aspectos de nuestras vidas como un modo especial de la extravagancia. Entonces advertimos la idealización en plena marcha. Nuestros embelesos se encontraban en terreno común como consecuencia de semejante intensificación recíproca por los pies y los zapatos Mary Jane. El fetichista o el amante fetichista, diría Lou Andreas-Salomé, “solo puede compensar sus pretensiones y sus singularidades en un nivel así de incrementado, y la incitación —el mismo sentimiento de vida intensificado— ya condiciona también un procedimiento de esta índole con total inmediatez. Es como si así tuviera que darse una suerte de consagración de aquello en lo que ambos lados se salen al encuentro para la alianza, de modo que, unidos, parecieran estar como «en suelo sagrado»”.
Aquello que llamamos «idealizar» fue un acto primigenio que se consagraba al día siguiente en el cuadrilátero. Así el día de mi debut, así la primera lucha en El Toreo cuando ganamos la batalla a dos de tres caídas. Un acto sagrado nuestro desde la primerísima repetición autónoma y continuación de toda vida; y que solo por eso anticipaba tan temprano su accionar y resultados, incluso en la pulsión física de nuestro apareamiento y desde las primeras huellas de algún tipo de actividad cerebral que compartimos. Y como si de ahí hubiera surgido la embriaguez del regocijo existencial, asumimos que nuestros fetiches estarían profundamente vinculados entre sí para siempre. Y bastó un par nuevo en la primera fila de ring side de la Arena Naucalpan, como tributo para la consagración y triunfo en mi primera batalla máscara versus cabellera. Unas zapatillas de Prada, tipo mercedes, de lycra, en color negro con pulsera, combinados con un vestido color azul y medio, cuello con corbata, efecto denim con lazos, comercializado por Zalora.
Los zapatos Mary Jane fueron retratados en 1964 en el personaje de Mafalda creado por el argentino Quino. Y en las recientes pasarelas el estilo flats ha invadido las vitrinas de las capitales de la moda y las colecciones Otoño-Invierno de Versace, Monde Beryl, Miu Miu, Moschino y en las pasarelas de Prada o la cápsula de Marni. Aquella compulsión interna por los zapatos Mary Jane de Lucía Ventura que deben su nombre a la tira cómica Buster Brown de Richard F. Outcault, de 1902, donde se narra la historia del niño Buster y su hermana Mary Jane, quien llevaba los zapatos de la época, punta redondeada, color negro y ajuste en el empeine, potenció su fervor. Idealizamos ambos y en el sentido más primitivo nos «comportamos de manera creativa». Y al final nos reencontramos en las puntas más finas de la seducción.
Todas mis batallas luchísticas se consagraron desde el fetichismo. Lo peculiar es que lo percibimos, ahora, pasado el tiempo, como una concepción más que como la última exacerbación de nuestra espontaneidad erótica, y que es inherente a la productividad más extrema que nos trasciende. “Estamos más cerca que nunca de un espíritu de consagración y devoción: porque no son tantas modalidades de una vivencia particular, sino más bien últimos acentos de su intensidad en sí misma”, sentencia Andreas-Salomé. Como si algo de nuestro fetichismo primigenio, entre cientos de zapatos Mary Jane y sus múltiples refinamientos, siguiera atravesando nuestra dualidad original que garantizaba por sí misma una unidad carnal.
Como si nuestro yo compartido se volviera estéril si no se sintiera en los puntos culminantes partido o fragmentado, ahora que pasados los años Lucía ha optado por unas Botas Gamuza Vince Camuto color negro, por encima de la rodilla, para mi consagración por el campeonato nacional. Como si la fuerza creadora de nuestro yo compartido solo fuera la contracara de una adoración nueva. Unas botas altas hasta el muslo también conocidas como botas de media pierna o botas OTK, como la novel imagen de un nuevo acontecer fetichista, una fecundación y concepción naciente sellando así nuestra alianza por las hermosas piernas al descubierto de Lucía Ventura.
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Daniel Téllez (Ciudad de México, 1972). Poeta, profesor e investigador del Estridentismo y de tópicos populares vinculados a la literatura. Es Doctor en Historia del Arte y Académico de la UPN. Ha publicado diez libros de poesía, doce antologías literarias y es coautor de más de veinte títulos de crítica literaria, narrativa y ensayo. Parte de su obra poética se encuentra en numerosas antologías y anuarios de poesía, nacionales e internacionales. Artículos y poemas suyos han sido traducidos al inglés, alemán, portugués y griego moderno. Sus libros más recientes son: Viga de equilibrio (Antología Poética 1995-2020) (2021); Tálamo bonsái (2022); Material de Lectura 227. Roberto López Moreno. Poesía (selección y nota introductoria) (2023); Vértices actualistas del movimiento estridentista (a más de un siglo de su irrupción) (2024); Alburemas de Roberto López Moreno (selección y prólogo) (2024); No tan lejos. Muestra de poesía mexicana reciente para jóvenes (2025); Un decir literario: la radiografía lectora (2025); Este fin de año verán la luz sus libros de poemas, Cuatro esquinas (México) editado por Bonilla Artigas Editores y Manía del albedrío (Colombia) por Gamar Editores.

