El Partido Revolucionario Institucional (PRI), una vez pilar del poder político en México, enfrenta una crisis sin precedentes bajo el liderazgo de Alejandro “Alito” Moreno. En la última semana, las redes sociales reflejaron la descomposición interna del partido: alrededor del 80% de sus publicaciones fueron objeto de burlas, críticas y memes que evidencian la percepción pública de su decadencia.

A través de la cuenta oficial del PRI, Moreno ha intentado proyectar una imagen de renovación y fortaleza, atacando a Morena y destacando supuestos logros de su gestión. Sin embargo, la realidad es otra: la renuncia del senador Néstor Camarillo dejó a la bancada tricolor con apenas 13 senadores, debilitando su representación en la Mesa Directiva del Senado.

La vicepresidencia que ocupaba el PRI ahora se fortalece con la presencia del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que supera al tricolor con 14 legisladores.

El histórico dominio del PRI en el Senado, que se remontaba a 1929 con la fundación del Partido Nacional Revolucionario, se ve ahora amenazado. Tras 96 años, el partido queda fuera de la Mesa Directiva, reflejando la pérdida de influencia que Moreno no ha podido revertir.

Bajo su liderazgo, el PRI ha perdido 10 gubernaturas y enfrenta el riesgo de más derrotas en las próximas elecciones, dependiendo únicamente de su alianza con el PAN para mantener visibilidad y relevancia política.

Analistas señalan que el mal manejo de Moreno, combinado con la fuga de militantes y la crisis de credibilidad, colocan al PRI en un escenario crítico. La estrategia de redes sociales y discursos de renovación no compensa la pérdida real de poder legislativo y territorial. En la práctica, la historia del PRI se encuentra en un punto de inflexión, y la gestión de Moreno podría ser recordada como la que aceleró el ocaso de uno de los partidos más emblemáticos de México.
