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A Héctor Sánchez lo mueven dos pasiones fundamentales: el barrio y el lenguaje

Con una narrativa desenfadada y un lenguaje muy juarense, la novela Veneno para alacranes de Héctor Arturo Sánchez ganó la convocatoria nacional de la editorial De otro tipo y fue publicada en agosto de 2023. Hoy, esta misma novela llevó al joven escritor a cruzar el río Bravo, siendo aceptado para cursar el Programa de […]

Gracias a su novela Veneno para alacranes, UTEP abre sus puertas al escritor juarense

Por Israel Holtzeimer / 29 de abril de 2025

Con una narrativa desenfadada y un lenguaje muy juarense, la novela Veneno para alacranes de Héctor Arturo Sánchez ganó la convocatoria nacional de la editorial De otro tipo y fue publicada en agosto de 2023. Hoy, esta misma novela llevó al joven escritor a cruzar el río Bravo, siendo aceptado para cursar el Programa de Escritura Creativa en la Universidad de Texas en El Paso.

Viste una camisa hawaiana en pleno desierto y es muy callado para ser escritor, aunque no parece que la literatura convencional o la imagen típica de un autor le importen mucho. Ha laborado para distintos medios locales y revistas de literatura. Creció en la colonia Revolución y actualmente vive en la Partido Romero.

—¿Cómo consigues llevar un lenguaje tan juarense, impreso en tu novela, a una convocatoria nacional de publicación? ¿Dudaste en algún momento?

—Sí tuve dudas, sobre todo por esta cuestión de las editoriales que están supeditadas a un estilo dictado por caciques del lenguaje como la RAE. Yo no tengo ningún problema en encontrar en libros ciertas palabras o regionalismos que no están estandarizados, pero en el mundo editorial eso puede ser un problema. Creo que las propuestas contemporáneas han ido demoliendo un poco ese mito de lo que se conoce tradicionalmente como el ‘correcto escribir’. Su fundamento, para mí, funciona más como un método de castración que uno de orden. Aunque en el caso de Veneno para alacranes, la decisión del lenguaje no es una decisión estilística; la decisión corresponde a la realidad ficcional que concebí para los personajes. Traté de ser congruente y respetuoso con su constitución material y psicológica: son adolescentes fronterizos que asisten irregularmente a una escuela dirigida por autoridades corruptas e impunes, rasgos a veces compartidos con otras autoridades, como la policial y las figuras familiares, quienes ejercen un ambiente complejo en la historia. La manera de expresarse y actuar de los personajes está sujeta a este entramado social. Una de las cosas que siento que pudo ayudar a vencer cualquier prejuicio de lenguaje es el ritmo. Traté de que tuviera un ritmo rápido, con oraciones largas concatenadas en distintas ideas.

—La novela se centra en un grupo de estudiantes de secundaria cuyas aspiraciones a una vida mejor los lleva a situaciones límite. ¿Hay algo autobiográfico en ella? Por ejemplo, ¿tú estuviste en la Escuela Secundaria Técnica No. 30, allí sobre la Ponciano Arriaga?

—Es un libro completamente de ficción. Aunque hay ciertos nombres de calles, sitios, escuelas, institutos que son tomados tal cual de la ciudad, ninguno corresponde a una experiencia mía, ni siquiera están ubicados geográficamente como en la realidad. Lo que hice fue tomar estos elementos y reacomodarlos para que funcionaran en la historia. Sin embargo, como suele pasar regularmente, en ocasiones se funden la realidad y la ficción. Al final de una presentación que tuve en un centro comercial de Juárez, un hombre se me acercó para decirme que él trabajó en un Centro de Internamiento para Menores, aquí antes conocido como Tribunal, y que lo que yo narré en aquella presentación él lo había conocido de primera mano. Me preguntó cómo obtuve esa información. Pero yo le dije que nada de eso había pasado, que era ficción, aunque no logré convencerlo del todo, porque se me quedó mirando en silencio.

—Ahora que vas a estudiar en Estados Unidos, ¿crees que un lenguaje de barrio como el juarense pueda traducirse al inglés?

—Siento que sería un ejercicio interesante de ver, aunque desconozco su posible resultado. Pienso que hay bastantes herramientas derivadas de los estudios chicanos y fronterizos para alcanzar a construir una posible traducción.

—¿Tienes más proyectos en puerta? ¿Ciudad Juárez está presente en ellos?

—Sí, estoy trabajando en una novela sobre algunos temas que me interesan, como el cine y la religión. Aunque su lenguaje no es estrictamente fronterizo, uno de los personajes sí es de Juárez. Como bien dirían los abuelos: puedes salir del rancho, pero el rancho no saldrá de ti.

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