La detención de seis ciudadanos mexicanos por parte de las fuerzas armadas de Israel, mientras participaban en la Global Sumud Flotilla que transportaba ayuda humanitaria a Gaza, desató un nuevo episodio de indignación y exigencias hacia Tel Aviv. Los connacionales fueron trasladados al puerto de Ashdod y se encuentran bajo custodia militar, en un claro acto de piratería en aguas internacionales.
Aunque el gobierno mexicano ha enviado cuatro notas diplomáticas y exigido la repatriación inmediata, lo sucedido confirma lo insuficiente de las medidas de protesta. El Estado de Israel actúa con total impunidad, violando el derecho internacional al interceptar embarcaciones civiles y castigando con detención arbitraria a activistas cuya única acción fue intentar llevar alimentos y medicinas a un territorio devastado.
El bloqueo impuesto por Israel desde hace más de una década mantiene a un millón 600 mil palestinos en condiciones de hambruna y miseria. Ahora, la agresión se extiende a ciudadanos de más de 40 países, incluidos los seis mexicanos, entre ellos periodistas y defensores de derechos humanos. La flotilla humanitaria fue recibida con cañones de agua, granadas aturdidoras y drones militares, en una operación que activistas calificaron como una muestra más de la política de terror del régimen de Benjamin Netanyahu.
La presidenta Claudia Sheinbaum dijo esta mañana estar en contra del genocidio en Gaza, pero el gesto diplomático resulta insuficiente frente a la magnitud de los crímenes. No es posible condenar los ataques a civiles palestinos y, al mismo tiempo, mantener relaciones “normales” con un gobierno responsable de miles de muertes y desplazamientos forzados. La detención de mexicanos en territorio israelí es un agravio que exige una respuesta a la altura: suspender de inmediato las relaciones diplomáticas y llamar a la comunidad internacional a un boicot contra Tel Aviv.
No basta con reiterar el rechazo; se requiere coherencia. Israel ha demostrado que no atenderá llamados suaves ni notas diplomáticas. El lenguaje que entiende es el de las sanciones y el aislamiento.
Mientras la Global Sumud Flotilla avanza con decenas de barcos que aún no han sido interceptados, el mensaje es claro: el mundo no puede seguir siendo cómplice. México tiene una obligación histórica de colocarse del lado de las víctimas, no de la diplomacia tibia. La repatriación de los seis mexicanos es urgente, pero aún más urgente es un alto al genocidio en Gaza y el fin del bloqueo que condena a millones a la muerte lenta.