En medio del debate público sobre cómo frenar los llamados corridos tumbados —acusados de glorificar a delincuentes y promover el consumo de drogas—, existe un corrido de enorme valor histórico que merece ser recordado. De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se trata del primero en la historia de nuestro país. Data de 1811 y fue dedicado al Padre de la Patria, Miguel Hidalgo, durante su paso por Zacatecas.
Hace 41 años, cuando los corridos aún no desataban la polémica social que ahora provocan, el historiador zacatecano Cuauhtémoc Esparza Sánchez emprendió un extenso estudio sobre este género musical. Su trabajo le llevó 17 años de investigación, tiempo en el que recopiló 33 corridos y reconstruyó cómo pudieron haberse cantado y tocado en su época. El fruto de esa labor se plasmó en dos libros, seis discos compactos y numerosos artículos periodísticos.
Según el maestro en Humanidades y Doctor en Historia, Luis Díaz Santana Garza, “a Cuauhtémoc Esparza Sánchez no le gustaban los homenajes, prefería el trabajo solitario pero reconfortante de la lectura, la charla y sobre todo, el religioso acto de invadir archivos colmados de papeles amarillentos”.
En el prólogo del libro El corrido zacatecano (2014), Díaz Santana, investigador musical mexicano, explica que Esparza tenía sus reservas en cuanto a que su voz fuese registrada por una cinta magnética, pues pensaba (tal era su humildad) que no podría contribuir al trabajo de un relativamente joven estudiante de historia, quien intentaba desagraviar fragmentos de la vida musical del Zacatecas decimonónico.
De no haber sido por el rescate INAH y la publicación del libro por parte de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, este trabajo de investigación sobre los corridos, en el que se incluye al dedicado a Miguel Hidalgo, se habría perdido en el olvido esa obra, pues solo había una copia de la investigación, y estaba en manos de su autor.
“Cuando le pregunté por qué no reeditaban El corrido, el Profe asumió una postura solemne y declaró que si no había obtenido apoyo de ninguna institución local para presentar al público sus trabajos inéditos, mucho menos se interesarían en ese viejo escrito. Tal revelación me sorprendió, pues aunque el maestro, con la excesiva modestia que lo caracterizaba, expresó que El corrido zacatecano “estaba muy mal hecho””, señala Díaz Santana en el texto introductorio del libro.
Entre los hallazgos de Esparza, el corrido recibía distintos nombres: “las mañanas”, versos o tragedia. Y lo describía así: “En uno u otro caso tiene tono reposado, majestuoso, agudo, vibrante y monótono; a veces está salpicado de sonidos y palabras basadas en el caló regional”.
Uno de esos cantos fue Las Mañanas de Hidalgo, composición que subraya la vida del insurgente y la escolta que siempre lo acompañaba. El contexto histórico era turbulento: tras la derrota de Puente de Calderón, en enero de 1811, los líderes insurgentes se dirigieron al norte. Cerca de Zacatecas se celebró una junta secreta en la que Hidalgo fue destituido del mando militar, que pasó a Allende, aunque esa decisión no se comunicó a sus seguidores.
Las hazañas de Hidalgo, sin embargo, ya eran conocidas en todo el altiplano. Para los zacatecanos su presencia no pasó desapercibida y, de ese encuentro, nació lo que se considera el primer corridos de México. La letra recogía su paso por la región:
A las seis, a Guadalupe,
por la casa de Cifuentes,
llegaron el Cura Hidalgo
y su tropa de insurgentes.
¿Qué harán esos gachupines,
mercaderes y mineros,
con Hidalgo y con Iriarte
que son hombres justicieros?
Hay fogatas en la plaza
y en los cerros guarniciones,
Hidalgo está con Zaldúa,
y hay jefes en los mesones.
¡Pobrecitos gachupines,
les quitaron todo el oro!
No pasará eso a Zaldúa,
porque Zaldúa es muy zorro.
¿Por qué tendrá Hidalgo escolta,
si es valiente y es guerrero?
-No lo sabe ni la tropa,
contimás el pozolero.
¡Arriba Miguel Hidalgo
que ha llegado a nuestra tierra,
que ha matado gachupines
y que les hace la guerra!