Charles Mingus fue un destacado contrabajista, pianista, compositor y director de orquesta de jazz estadounidense, considerado uno de los músicos más importantes e innovadores del siglo XX. Nació el 22 de abril de 1922 en Nogales, Arizona, y falleció el 5 de enero de 1979 en Cuernavaca, México.
En un rincón polvoriento de la pequeña ciudad, donde la lluvia parece tener un compás propio y la vida se entrelaza con la melancolía, el joven músico comenzó su travesía en el mundo del trombón. Sin embargo, la ineptitud de su maestro hizo que el destino le susurrara al oído un cambio de rumbo. Así, el trombón, ese instrumento de bronce que se arrastra como un lamento, quedó atrás para dar paso al violonchelo, un violento canto de cuerdas que le prometía nuevas emociones.
Pero el destino, caprichoso como siempre, intervino de nuevo. Un amigo, conocedor de las ideas radicales del gran Mingus, le advirtió que el violonchelo, con su aura de nobleza y refinamiento, no encajaba con su alma rebelde. “Estás tocando un instrumento más propio de blancos que de negros,” le dijo, en una mezcla de advertencia y desafío. Así, desafiando las expectativas y siguiendo el eco de una voz que reclamaba justicia en cada acorde, el joven cambió una vez más su dirección, sumergiéndose en el estudio del contrabajo
Cuando uno escucha con tranquilidad su música, pasará por los cambios abruptos de ritmo y de tonalidad, hasta llegar a las improvisaciones intensas.
Mingus es conocido por la utilización de elementos del jazz tradicional, el bebop, el blues, la música clásica y el gospel. Se le considera un pionero en la integración de estos estilos, creando composiciones hermosas, complejas y emotivas que exploraban una amplia gama de temas, desde lo político hasta lo personal.
Su obra es como un mar porque uno no termina nunca de descubrir sus secretos. Siempre hay algo nuevo que el receptor identificará en cada melodía. Era un músico que brillaba no solo por su virtuosismo técnico, sino también por su capacidad para expresar una profunda crítica social, abordando cuestiones como el racismo y la injusticia. Mingus lideró varias bandas a lo largo de su carrera, en las que colaboró con algunos de los mejores músicos de su tiempo, como Eric Dolphy, Dannie Richmond y Charlie Parker.
Entre sus composiciones más famosas se encuentran “Goodbye Pork Pie Hat,” dedicada al saxofonista Lester Young, y “Haitian Fight Song.” Además de su música, Mingus era conocido por su fuerte temperamento y sus apasionadas opiniones sobre la industria musical y la sociedad en general.
En su universo caleidoscópico, la música no era solo notas y ritmos, sino un grito desaforado contra las injusticias que asfixiaban su espíritu. Mingus, el titán del contrabajo, veía a la sociedad como una bestia herida que se retorcía en su propia crueldad. En cada acorde de su música, se escuchaba el lamento de aquellos marginados por el color de su piel, por la pobreza que les carcomía el alma, por la indiferencia de un mundo sordo a sus clamores.
Escribía manifiestos sonoros que denunciaban la corrupción, el racismo y la opresión. En su contrabajo resonaban las voces silenciadas, y en su corazón latía la esperanza de un mundo más justo.
En los últimos estertores de los años setenta, la vida de Charles Mingus se entrelazó con la penumbra de la enfermedad, como un fugaz destello en un cielo que se oscurece rápidamente. La esclerosis lateral amiotrófica, con su cruel certeza, comenzó a deshacer la habilidad prodigiosa de Mingus para interpretar el contrabajo, como un maestro del fuego cuya llama se apaga lentamente. Su técnica, una vez formidable y sin igual, se deterioraba mes a mes, hasta que finalmente el instrumento, cómplice de sus más grandiosos arrebatos musicales, quedó silente en sus manos.
Pero la pasión no conoce fronteras, y Mingus continuó su travesía creativa desde la penumbra, supervisando grabaciones y sumergiéndose en un último acto de genio colaborativo. En 1978, trabajó junto a Joni Mitchell en el álbum titulado simplemente «Mingus», una obra maestra que fusionó las composiciones de Mingus con letras nuevas, destacándose la melancólica “Goodbye Pork Pie Hat”. Jóvenes prodigios como Wayne Shorter, Herbie Hancock y Jaco Pastorius intervinieron, dotando al álbum de un esplendor que desafiaba el crepúsculo.
Al final de ese mismo año, el maestro se trasladó a Cuernavaca en busca de alivio, un último refugio bajo el sol mexicano. Allí, en el breve lapso de unas semanas, el 5 de enero de 1979, Mingus se despidió del mundo. Sus cenizas fueron diseminadas en el río Ganges, como un último acto de conexión con la eternidad