No, yo no tengo más que una vida; yo no quiero
esperar la “felicidad universal”. Quiero vivir
para mí mismo; de otra manera es preferible no existir.
Fiodor Dostoiewsky
(Crimen y castigo)
Hace algunos años se estrenó en nuestro país la cinta titulada Una mujer sin filtros. Es una adaptación de otro filme latinoamericano que fue llevada a la pantalla grande con la debida contextualización de nuestro territorio, desde el lenguaje y las ciudades, hasta el análisis del alma humana, que siempre resulta universal, sobre todo cuando se aborda desde una perspectiva psíquica —sea cual sea la corriente—, ya provenga de la literatura, la neurociencia o el psicoanálisis.
Según se desprende de los diversos tráilers de este filme y del original latinoamericano, la protagonista va reprimiendo una serie de pulsiones que llegan a un punto toral, hasta que deja emerger su ser verdadero.
Existen dos categorías preponderantes en la teoría freudiana de la segunda tópica —quizá la más conocida en la práctica clínica del psicoanálisis—: el Ello, que representa los instintos primarios, salvajes, primitivos, los deseos más pulsionales; y su contraparte, el superyó, encargado de castigar la conciencia cuando se desobedecen los valores, la moral, la ley o las normas inscritas en el ideal del Yo.
Tomando como referencia la cinta en cuestión, la protagonista está ceñida y limitada por las normas y por lo que dicen los demás, porque “así debe ser”. En la teoría de Jacques Lacan, esto obedece al concepto del gran Otro, que es, en realidad, quien gobierna la vida anímica de las personas. La gobernanza del superyó es implacable en el ser de la mujer: sin obedecer a sus instintos, debe vivir conforme a lo que se le ha dictado.
¿Qué sucede cuando se llega al límite? Generalmente, las personas que poseen estas condiciones tienen momentos de escape, cuando logran sublimar y liberar parte de la energía psíquica contenida. Cuando no consiguen realizar estas descargas, suelen experimentar los conocidos ataques de neurosis o, en las teorías más relevantes de hoy en día, padecer ansiedad o depresión en diversos grados.
En términos psicoanalíticos, mediante los episodios de neurosis histérica, la energía emerge y se desgasta, volviendo posteriormente a la normalidad y a la condición habitual, ya que el superyó sigue desempeñando un papel preponderante y gobierna la psique.
Cuando parte del contenido reprimido asciende al plano de la conciencia, puede suceder lo mismo que retratan los avances de este filme mexicano: en el afán liberador, el Ello emerge y la persona actúa con base en la prima mobilia, mientras la censura del yo preconsciente cede paso a las pulsiones más primarias. En otros casos, se inventa otra personalidad para disociarse del Yo, como en filmes emblemáticos: El club de la pelea, La ventana secreta de Stephen King —protagonizada por Johnny Depp—, o la comedia Yo, yo mismo e Irene con Jim Carrey. En el caso presente, no se inventa otra personalidad, sino que la protagonista cambia drásticamente, venciendo las censuras.
Es inevitable recordar el mítico caso de Phineas Gage, analizado en neurociencias: un trabajador que, tras ser atravesado por una barra de metal en el cráneo, perdió parte del lóbulo frontal. Recuperó sus funciones motoras gracias a la plasticidad cerebral, pero su personalidad cambió radicalmente, quedando prácticamente “sin filtros”. Fue quizá el primer caso documentado de cómo una alteración física puede modificar la psique. En el caso específico del filme, esta transformación ocurre por otras circunstancias, igualmente dignas de análisis, pues reflejan procesos actuales en una sociedad donde la mujer ha ganado terreno en ámbitos antes negados. Sin embargo, estos avances implican derribar paradigmas y modificar esquemas sociales que la determinan más allá de su propia voluntad.
Bajo esta tesitura, conviene replantearse ciertas preguntas, desde nuestra posición o desde la experiencia que la vida nos ofrece:
¿Cuándo se vive realmente?
¿Cuándo se actúa bajo los castigos de la propia conciencia ejercidos por el superyó?
¿O cuándo se actúa desde el instinto más primitivo?
Tomando en consideración estas premisas, puede comprenderse esta comedia mexicana desde un ángulo distinto, y con ella, observar desde otras aristas los sucesos sociales que nos toca vivir. Al final, tanto el cine como la literatura y las demás bellas artes no hacen sino retratar sus épocas y buscar, una y otra vez, reivindicar nuestro tránsito por el mundo.