Una invitación a lo incómodo
La novia del león, de Elma Correa
La novia del león es un compendio de nueve cuentos de Elma Correa, la mayoría previamente publicados en revistas. He tenido el gusto de leer dos de sus libros anteriores, Lo simple y Mentiras que no te conté y me queda claro que Elma ha consolidado un estilo narrativo disruptivo, provocador y versátil, siempre fiel a paisajes bajacalifornianos y fronterizos que nos hacen sentir cómplices de un espacio que conocemos muy bien pero que luego nos sorprende con su brutal violencia disfrazada de cotidianidad.
Los personajes de Elma Correa, en estos cuentos como en los de sus otros libros, son profundamente idealistas, pero nada ideales. Tienen grandes sueños, grandes proyectos —a veces no muy lógicos ni racionales—, como Rebeca, la protagonista del cuento que da título al libro, La novia del león; pero sus ambivalencias, secretos y contradicciones contrastan de una manera irónica e incómoda, y con frecuencia, perturbadora. ¿Cómo puede haber tanto espacio para el idealismo en contextos tan precarios y violentos como en los comercios que aparentan una cosa, pero esconden crímenes y negligencias atroces, en las esquinas recónditas de Mexicali, la zona libre de Tijuana o los cerros y desiertos casi inhóspitos de la Baja?
Noto en los cuentos de Elma algunos temas que recurrentes a lo largo de sus libros: las referencias a la cultura popular que tanto me gustan; sus personajes femeninos, fuertes, diversos y muchas veces incomprendidos; y otro elemento que ya había notado en Lo simple, pero que aquí también aparece: su fascinación por el espacio sideral, las misiones espaciales, incluso las tensiones de la Guerra Fría a partir de la carrera espacial entre Estados Unidos y la URSS. Este motivo se hace presente en el cuento «Sujeto de prueba» y quizá fue también un primer ensayo de las historias que vinieron después en Lo simple, como «Supernova».
Mi cuento favorito fue, definitivamente, «La novia del león». Es un cuento dinámico que te lleva de intriga en intriga, revelando la trama a cuentagotas. Nos sitúa en los espacios más emblemáticos, bellos y al mismo tiempo peligrosos del Valle de Mexicali como la Laguna Salada y El Colmillo del Diablo. Algunos pasajes de este cuento saturan la imaginación con escenarios espectaculares —en el sentido más literal de la palabra, ya que parte del relato sucede en un circo— llenos de colorido, pero también rebosantes de crudeza y podredumbre humana.
Otro de mis preferidos fue «La noche del terremoto». En este relato, el presagio del fin del mundo lo comienza, por supuesto, nuestro miedo al magno terremoto que todos aquí esperamos que algún día separe la península de Baja California y la convierta en una isla errante. Sin embargo, eso no es lo que provoca en sí la catástrofe última. Lo he dicho antes y lo digo ahora: ¿por qué resulta tan fácil para los escritores bajacalifornianos de mi generación imaginar el fin del mundo? Algo nos detona vivir en esta frontera, supongo yo.
Uno de los aspectos más provocadores del libro es la forma en que Elma Correa representa la niñez. Este libro está lleno de personajes infantiles, niños y niñas de todas las edades, pero de las peores condiciones posibles. Lejos de idealizarlos, los muestra en entornos donde la inocencia se vuelve frágil frente a la violencia simbólica, emocional y estructural. Son infancias atravesadas por lo marginal, por lo inexpresable, por aquello que suele quedar fuera del lenguaje cotidiano. Considerando que algunos de los cuentos que este libro compendia se publicaron con anterioridad, no sé si la abundancia de personajes infantiles fue una coincidencia perturbadora o un efecto intencional. Lo cierto es que la mirada desde la que están narrados estos personajes incomoda, porque nos obliga a repensar nuestras nociones de cuidado, agencia y vulnerabilidad. Correa no suaviza ni explica de más. Confía en el lector para sostener el desconcierto y encontrar sentido en las grietas. En sus cuentos, la infancia no es un refugio, sino un territorio expuesto. Expuesto al abandono, al deseo ajeno, al malentendido, a los pactos familiares oscuros. Es un riesgo narrativo que Elma Correa asume sin censura y sin concesiones.
Leer estas historias implica hacerse cargo del malestar que generan. No tiene finales felices, ni tampoco finales que recurran al efecto sorpresa o al giro inesperado —como en Mentiras que no te conté—. Los finales de estas historias caen pesados. Desde sus silencios, llenan los vacíos, y muchas veces dejan un sinsabor cuya incomodidad es necesario asumir, enfrentar o incluso superar. Leer La novia del león es aceptar una invitación a lo incómodo, a lo que no se dice en voz alta.
Estoy impaciente por conocer qué más nos tiene preparado esta autora mexicalense que, más que ser una joven promesa, es, sin duda, una autora consolidada con un estilo único y provocador que tiene mucho por ofrecer.
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La novia del león, Elma Correa. Colección Habitaciones Propias, núm. 5. Nitro/Press, 2024. Para mayor información, páginas muestra y formas de adquisición: https://nitro-press.com/9786078805426

Liliana Lanz Vallejo es doctora en Ciencias Sociales, maestra en Lingüística aplicada y licenciada en Lengua y literatura de Hispanoamérica. Es autora del libro Mixed feelings en Tijuana: Bilingüismo, sentimiento y consumo transfronterizo (McGraw Hill-UABC, 2022), y de capítulos en los libros Un lugar en el pasado: Cuentos sobre infancia y adolescencia (Editorial Sanblás, 2025), Difícil ser madre (Editorial Sanblás, 2024), Tijuana entre letras (Editorial Sanblás, 2024) y Hasta la madre: Los confines políticos de la maternidad (Typotaller, 2022), entre otros. Actualmente es profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California. lanz.liliana@uabc.edu.mx