El Salón La Fiesta, ícono absoluto de glamur en la época dorada de Ciudad Juárez, aquella comprendida entre los años 50 y 70, comenzó su historia el 7 de octubre de 1954 en el cruce de las calles Mariscal y Ugarte. El responsable fue Mariano Valle, su primer dueño, que se obsesionó con crear un centro nocturno nunca visto en la frontera, decidió comprar el terreno baldío y no escatimó en gastos para su construcción.

Lo llenó de arte, de vitrales, de azulejos, de pilares grabados, de relieves elaborados, de fastuosos candelabros, de un gigantesco calendario azteca; compró un juego de luces de primer mundo, diseñó un escenario elevado, contrató música en vivo y firmó a cantantes y bandas famosas a nivel nacional e internacional.
El cabaret inmediatamente se convirtió en un referente de elegancia y buen gusto, de entretenimiento con estilo, una pasarela de modas exclusiva, ya que por regla los hombres debían vestir de traje y las mujeres con vestidos largos de noche para entrar al salón.

Muchos de sus distinguidos clientes venían desde El Paso, en años donde esa zona de la ciudad era de las más seguras y protegidas. Tanto era así que las bebidas, las finas botellas de vino, la cena, todo se cobraba en dólares. Incluso hay distintas fuentes que aseguran que el costo de la entrada era de 100 dólares, algo excesivamente alto para la época.
Se cuenta que superestrellas de la talla de Marilyn Monroe, Linda Darnell, Elizabeth Taylor y Frank Sinatra llegaron a disfrutar de los espectáculos de lujo que ofrecía el Salón La Fiesta. María Félix o el mismo Pedro Armendáriz también fueron vistos entre sus clientes, por mencionar sólo a los más famosos.

No sólo operaba como cabaret, también era el lugar escogido por las familias más adineradas de Ciudad Juárez para celebrar sus bodas, quince años o cenas particulares donde acudían los empresarios y políticos más importantes. Por mostrar una equivalencia sería como el Centro de Convenciones Cibeles de sus tiempos, pero con más exclusividad aún.

Funcionó durante 22 años, cuando la decadencia que experimentó el primer cuadro de la ciudad, aunado a los problemas económicos, obligó a cerrar sus puertas en 1972. También se comenta que Mariano Valle, dueño del salón, se cansó de lidiar con los sindicatos que estaban en auge, sobre todo el sindicato de músicos y el sindicato de meseros, siendo otro motivo del cese de funciones.
El edificio se convirtió en una mueblería, Mueblería La Fiesta, que funcionó hasta el 2008. Desde entonces el salón quedó en el abandono y a su suerte, sufriendo del vandalismo y el saqueo.

El empresario Francisco Yepo compró el edificio en 2015 con el nostálgico objetivo de devolver la vida al mítico salón y recuperar su elegancia de los años 50. Los procesos de restauración terminaron en el 2020, abriendo sus puertas ese mismo año. Aunque muchas piezas fueron imposibles de recuperar, el proyecto de rescate fue impresionante y el lugar luce lo más parecido a sus años de gloria, con el espíritu y la atmósfera muy similar al salón original.

Hoy en día se realizan eventos de lujo de nuevo, cenas importantes, bailables típicos, sesiones de fotografía con temática clásica, en uno de los pocos proyectos de recuperación que han tenido éxito en Ciudad Juárez.