Los más recientes estudios nacionales en Estados Unidos, realizados por instituciones académicas y casas encuestadoras distintas, coinciden en una misma fotografía: la democracia estadounidense atraviesa un deterioro profundo en la confianza pública.
Tanto el Instituto SNF Agora de la Universidad Johns Hopkins como la Fundación Kettering junto con Gallup detectan una ciudadanía escéptica, polarizada y, sobre todo, lejos de creer que el sistema político funcione como debería. Con metodologías independientes, ambas encuestas llegan al mismo lugar: un país donde la mayoría ya no siente que la democracia le responde.
El informe de SNF Agora, basado en 4 mil 500 entrevistas, reveló que el 84% de los consultados considera que la democracia está en crisis o enfrenta desafíos severos. Apenas uno de cada diez cree que el sistema funciona adecuadamente. La división interna entre facciones del Partido Republicano acentúa ese clima, con grupos enfrentados sobre el alcance del poder presidencial y el papel de los contrapesos.
La encuesta de Kettering y Gallup, con más de 20 mil participantes, mostró un quiebre generacional aún más marcado. Ocho de cada diez estadounidenses mayores de 65 años siguen viendo la democracia como el mejor sistema de gobierno, pero entre jóvenes de 18 a 29 años ese respaldo cae al 53%. En teoría, dos tercios del país apoyan la democracia; en la práctica, la confianza en sus instituciones se encuentra maltrecha.
La evaluación institucional confirma el desencanto: solo un tercio opina que alguna de las estructuras fundamentales funciona bien. La administración electoral es la mejor calificada, con un modesto 32%, mientras el Congreso y el sistema de justicia penal generan los mayores niveles de desconfianza. Apenas uno de cada cuatro ciudadanos cree que el gobierno toma decisiones acordes con lo que quiere la mayoría, y solo el 21% considera que el gobierno representa los intereses de personas como ellos.
La situación económica también pesa. Casi un tercio de quienes viven con holgura piensa que la democracia funciona; entre quienes enfrentan dificultades graves, el porcentaje se desploma al 12%. A esto se suma un entorno electoral fracturado: un tercio duda que las elecciones federales sean libres y justas, y la legitimidad de los comicios presidenciales de 2020 continúa profundamente polarizada.
Aun así, las dos encuestas coinciden en que, pese al desencanto, la población mantiene un apego mayoritario a valores democráticos básicos: diversidad, rechazo a la violencia y búsqueda de acuerdos entre líderes políticos. Sin embargo, el declive sostenido en la confianza coloca a Estados Unidos frente a un desafío estructural en un momento clave, cuando se encamina a celebrar 250 años de independencia con una ciudadanía que cuestiona cada vez más el rumbo de su democracia.

