La crisis diplomática entre México y Ecuador sigue sin visos de solución. La presidenta Claudia Sheinbaum dejó en claro que no existen condiciones para reanudar las relaciones bilaterales con Quito mientras Daniel Noboa continúe como jefe de Estado, a quien responsabiliza directamente por la incursión policial a la embajada mexicana en abril de 2024.
En declaraciones recientes, Sheinbaum sostuvo que “no vamos a restablecer relaciones con un presidente que ordenó una violación flagrante al Derecho Internacional”, en referencia al operativo en el que fuerzas de seguridad ecuatorianas ingresaron por la fuerza a la legación diplomática mexicana en Quito, el 5 de abril del año pasado, para capturar al exvicepresidente Jorge Glas, quien se encontraba bajo resguardo en calidad de solicitante de asilo.
La mandataria también citó el pronunciamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA), que reconoció irregularidades en el proceso electoral que llevó a Noboa al poder. “Sí, ganó, pero no fue una elección justa. La OEA lo dijo claramente: se trató de una contienda desequilibrada, donde Noboa se mantuvo en funciones mientras era candidato”, señaló Sheinbaum. Agregó que México, además de rechazar la reanudación de relaciones, ni siquiera reconoce oficialmente a su gobierno.
El caso Jorge Glas sigue siendo un punto de tensión. El exvicepresidente ecuatoriano permanece detenido, pese a que su solicitud de asilo político aún estaba en trámite. El gobierno mexicano ha reiterado que su captura constituye una violación del principio de inviolabilidad de las sedes diplomáticas, establecido en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961.
Tras los hechos, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), entonces encabezada por Alicia Bárcena, anunció en abril de 2024 el rompimiento inmediato de relaciones diplomáticas con Ecuador y el retiro de todo el personal mexicano de ese país. Asimismo, México presentó una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia y pidió una investigación internacional sobre lo ocurrido.
“No hay condiciones para restablecer relaciones”, reiteró Sheinbaum. La postura mexicana contrasta con la de otros países de la región, algunos de los cuales han mantenido sus vínculos con Quito o incluso han reconocido sin reservas al gobierno de Noboa. En este sentido, la mandataria defendió la soberanía de la decisión mexicana, afirmando que no se trata de una cuestión ideológica, sino de legalidad y respeto a la diplomacia internacional.
Actualmente, el conflicto permanece estancado. México ha solicitado el respaldo de foros multilaterales para fortalecer su denuncia y llamar la atención sobre lo que considera un precedente sumamente peligroso para el orden diplomático mundial. “Si permitimos que una embajada sea violentada sin consecuencias, cualquier país puede hacerlo en el futuro. No es solo por México, es por el sistema internacional”, subrayó Sheinbaum.
Mientras tanto, el gobierno ecuatoriano no ha ofrecido una disculpa pública ni ha dado señales de voluntad para reconstruir la relación. La cancillería de ese país sostiene que actuaron en defensa del orden jurídico nacional y que Jorge Glas debía responder ante la justicia.
El desencuentro entre ambos países, que hasta antes del incidente mantenían una relación cordial y cooperativa, especialmente en temas de comercio y migración, se ha convertido en uno de los episodios diplomáticos más tensos en América Latina en los últimos años.