Escribir sobre la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe es escribir sobre el nacimiento de El Paso del Norte. Es la iglesia más antigua de la franja fronteriza, tanto de México como de Estados Unidos, y de la cual se edificó y planeó todo lo que conocemos hoy en día como Ciudad Juárez.
La Misión de Guadalupe fue fundada el 8 de diciembre de 1659 por Fray García de San Francisco, pero no fue hasta 1662 que se puso la primera piedra, en lo alto de una colina para protegerla de las crecidas del río, pero lo suficientemente cerca para aprovechar su agua, terminando su construcción en 1668.
La obra fue sencilla, al estilo de los misioneros franciscanos, y combinó materiales de la región. Su fachada es muy similar a la de una iglesia en Huelva, España, justo de donde procedía Fray García de San Francisco, por lo que resulta claro que se inspiró en ella para su edificación, claro, de una manera más austera aún.
En palabras del párroco Eduardo Hayen, más allá de las remodelaciones y mantenimiento, la Misión conserva gran parte de su diseño original: con sus vigas labradas, muros, santorales, incluso el altar, sólo a excepción de la torre que se agregó en el siglo XIX.
Sin duda, la historia más romántica alrededor de su construcción es la procedencia de la madera que sostiene y adorna su techo, puesto que en este desierto no abundan los árboles, mucho menos en aquellos años. Se cree que ésta llegó desde las Rocallosas, flotando en las aguas del río Bravo. Los misioneros rescataron los troncos del cauce allí donde hoy se ubica El Monumento al Ciudadano (Monumento al Cigarro, para los juarenses), y pudieron iniciar la construcción de la iglesia, aunque el origen de esta madera sigue siendo discusión entre los historiadores de la región.
Otra curiosidad es la viga que permanece labrada con el nombre del carpintero italiano que trabajó en la construcción de la Misión, “DOLIRIO PICO”, aunque, de manera muy poco legible, todavía puede apreciarse con la cercanía y paciencia suficiente en una de las vigas del techo.
Su remodelación más importante fue apenas el siglo pasado, en 1968, por parte del arquitecto Alberto Rosas Solís, quien realizó una restauración profunda tanto de los muros como de la madera, tratando de conservar el material y diseño original de la Misión. Sin embargo, varias vigas en un estado terrible fueron sustituidas y se labraron diseños más complejos en las mismas.
Por tres siglos, la Misión de Guadalupe respondió a las necesidades de fe de los habitantes de esta frontera y zonas aledañas. No fue hasta 1942 que el sacerdote Baudelio Pelayo, ante el incremento de la población, impulsó la construcción de la Parroquia de Guadalupe, sólo a un costado de la Misión.
El 12 de diciembre de 1945 se inauguró el nuevo templo, y el 10 de abril de 1957, por orden del Papa, la parroquia fue elevada a la categoría de catedral, tomando el nombre oficial de Santa Iglesia Catedral del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe. Es increíble que no se haya demolido la antigua iglesia para darle espacio a la nueva, como ha sucedido con otras misiones, por lo que se convirtió en una linda postal juarense la vista frontal de los dos edificios.
Seas católico o no, creyente o no, es innegable que la Misión de Guadalupe es el origen de la identidad juarense, un edificio que inició la historia de esta frontera, la cuna de todo lo que vemos alrededor, y debe ser preservada como aquellas primeras memorias de una ciudad tan importante como la nuestra.
