—Chofer a la puerta… Su hermana sí que tiene billetes.
—Es un chofer de su maquiladora… Una especie de mensajero, aunque él se dice asistente de mi hermana. El chofer, igual que usted, se sorprendió de que yo viviera en una casa-móvil (remolque).
—Pues sí, repito; es raro que una muchacha tan linda viva en un remolque… y además teniendo una hermana con harta lana.
—¿Pero qué tiene de malo vivir en una traila? Del otro lado es muy común. Una casa móvil puede ser más grande y cara que una casa normal… y hasta más bonita y amplia.
—Debe ser algo sociocultural; al menos aquí en Juárez casi no hay casas-remolque… Solo he visto algunas que se usan como oficinas en proyectos de construcción.
—Pues que mal… Vivir en una traila es mejor que en muchas casas y fraccionamientos financiados por el Gobierno, donde en una recámara no cabe una cama matrimonial. ¿A poco no?
—Tiene razón… En Juárez hay muchos cajones que se venden como casas. Casitas donde pernoctan hacinadas hasta ocho personas y que cuentan con dos o una microrecámara, una disque sala, una cocineta y del baño ni hablamos.
—Creo que usted, vecino, está influenciado por las pelis de Hollywood, en las que pintan a muchos psicópatas, antisociales, mujeres fracasadas y familias rotas viviendo en una casa-móvil toda destartalada.
—A lo mejor tiene razón… De niño crecí en una casa del barrio Del Carmen que tenía ocho cuartos y un baño afuera, pero mi jefa se puso trucha y mandó hacer un baño completo en una extensión que le hizo al cantón.
—¿Dónde queda esa colonia?
—Alrededor de la parroquia de la Virgen Del Carmen, que se ubica a una cuadra de la 16… allá por el poniente; donde empiezan las lomas… pasando el Arroyo Colorado o viaducto Díaz Ordaz.
—¿Es barrio bravo?
—Tuvo su época… Ahorita agoniza; muchas casas abandonadas o a punto de caerse. Mucha gente creció y se fue de ahí y la mitad vive en el “Chuco”.
—¿Chuco?
—Así le decimos algunos a El Paso, Texas.
—Extraña vivir en su viejo barrio.
—¡Sí!
—¿Y ha regresado?
—¡Yes!… En esa casa ahora vive un hermano con su familia. Se la compró a mi jefe.
—¿Y su mami?
—Ella murió muy joven relativamente… Tengo 8 hermanos.
—Son un montón.
Veo la copa de mi vecina vacía. También veo, de reojo, sus pantaletas color azul cielo que contrastan con la noche estrellada que sigue hermosa.
—¿Le sirvo?
—Sí… Sírvame lo que queda de vino. ¿Se me hace que va a tener que ir por otra botella?
—Las que quiera.