El 16 de junio de 1965, en un estudio de Columbia Records, la historia de la música popular vivió una transformación radical. Ese día, Bob Dylan, a sus 24 años, grababa lo que se convertiría en su obra maestra: “Like a Rolling Stone”. La canción que está por cumplir 60 años de vida, y es una de las más icónicas en la historia del rock, no fue sólo una pieza musical, sino un manifiesto de la ruptura, la liberación y la irreverencia contra las convenciones sociales y artísticas.
Dylan, quien ya era reconocido como el poeta de su generación, no necesitó de una hoja de partituras para crear esta obra. Al Kooper, quien tocó el órgano durante la grabación, lo recuerda como un proceso completamente espontáneo. No había organización, ni estructura convencional. La canción era, en palabras de Kooper, “totalmente punk”. Sin reglas, sin restricciones, “Like a Rolling Stone” emergió como un volcán de emociones y sonidos, retando las estructuras del pop y la música folk, esos géneros que Dylan había manejado con maestría hasta entonces.
Desde su primer acorde, la canción capturó la atención del mundo. El deslumbrante órgano de Kooper, el guitarrista Mike Bloomfield, y la explosiva voz de Dylan se entrelazaron en una tormenta eléctrica de energía y frustración. Esta no era la melodía del joven cantautor de guitarra acústica; era una máquina desbordada, una pieza eléctrica que respiraba con la violencia de un rock & roll abrasivo. La canción, con sus versos cargados de una acusación personal, no solo cuestionaba a la sociedad de su tiempo, sino que anunciaba la llegada de una nueva era musical.
Para muchos, la clave de “Like a Rolling Stone” se encuentra en su narrativa. El personaje al que Dylan dirige su cántico es una figura de la alta sociedad, una persona que vivió bajo el confort de la riqueza y la fama, hasta que, de repente, se ve arrojada a la calle, perdida y sola, sin nada que ofrecer al mundo. La letra describe con una ironía mordaz cómo esta persona pierde todo, desde su estatus hasta su propia identidad, quedando, en palabras de Dylan, “invisible”.
Existen múltiples interpretaciones sobre a quién podría haber estado dirigida la canción. Algunos apuntan a Edie Sedgwick, la musa de Andy Warhol y amante fugaz de Dylan, mientras otros, como Jann Wenner, fundador de Rolling Stone, sugieren que “Like a Rolling Stone” refleja la experiencia de hacerse adulto y enfrentarse a la cruda realidad de que la vida no siempre es como nos la cuentan. Según Wenner, la canción trata sobre “la liberación”, sobre la destrucción de viejos complejos y miedos, enfrentándose al vacío que deja el despojo de todo lo material. “Eres invisible ahora, no tienes secretos que ocultar”, canta Dylan, sugiriendo que la verdadera libertad se alcanza cuando ya no hay nada que perder.
La estructura musical de la canción, aunque inicialmente caótica, tiene una intensidad que se construye con cada acorde, con cada golpe de tambor. En el estudio, la banda parecía estar a punto de perder el rumbo en cada toma, pero finalmente, en la cuarta, el sonido alcanzó una perfección inesperada. El órgano de Kooper, que el productor inicialmente pensó en eliminar, se convirtió en el alma de la canción, añadiendo una capa melancólica y épica al conjunto. Dylan, al escuchar la grabación, se sintió satisfecho por el caos ordenado que había logrado. Sabía que había capturado algo monumental.
“Like a Rolling Stone” fue lanzada en julio de 1965, y su impacto fue inmediato. No solo se convirtió en un éxito comercial, sino que alteró para siempre el curso de la música popular. Aquella canción que Dylan había dicho que había “escrito sin fallar” desafió las normas del pop, el folk y el rock, abriendo el camino para una mayor experimentación artística en los años posteriores. Nadie más en su tiempo había sido capaz de combinar tan perfectamente el desdén juvenil por las normas sociales con una musicalidad tan audaz.
A medida que los años pasaron, “Like a Rolling Stone” se consolidó como un himno generacional, no solo por su sonido arrollador, sino por la manera en que reflejaba la alienación y el caos de una sociedad en transformación. Dylan no solo creó una canción, sino un grito de guerra contra las expectativas de la vida convencional. En su propio viaje hacia la adultez, él mismo se vio como el “rolling stone”, la piedra que rueda y nunca se detiene, siempre buscando algo más, siempre desafiando lo establecido.