Llegaremos hasta ellas
Beberemos sin botella
La leche de las estrellas
SAMUEL NOYOLA
A la manera estelar underclown galaxy grafiti hot inventor poeta rockstar símbolo sexual vaquero regiotapatío de José Eugenio Sánchez y a la memoria de sus gatos y cendejas. Escribo en minúsculas escenas encapsuladas dentro de una biblioteca ficticia:
Primera cápsula: del tiempo. Viaje a la libido poética espacial con un invasor incluido que se llama José Eugenio Sánchez.
Me prendo del libro. Añicos de un inexistente hueco conjugaron una nebulosa en mi mente, un colibrí posó en mi comisura. La nada se convirtió en un lugar favorito mientras estrellas caían sobre mi pelo como levadura estela. Me volví loca en agitación lectora. La poética flama de José Eugenio Sánchez con su mecánica espacial, camuflaje de un cosmos irreverente donde el todo no importa un carajo y solo te estremeces con su poesía tan infinita porque eres simple y quieres ser verso que nace y desnace en luminiscencia. Envuelta en los poemas a pie de cama/página, con la psique flotando en su biblioteca, bebía sin parar la flexible estructura caótica del poeta.
Cada voltereta de página es a su vez un abrir y cerrar de otros libros. Es decir, una librería habita el libro. Basta con hojear el contenido con las manos cubiertas de polvo… de estrellas.
A veces en la lectura de mi incesante caer, yo era sombra, desastre, calentura, absurda, fragmento, vaso roto; cuerpo, cardamomo, espectro, magma, liviana, en ebullición, casi hervida, desnuda, resistencia, colofón, mar, galaxia, solo yo. Mi vista espejismo en una ventana estrellada dentro de un sueño que escapo, herida en mis muñecas… de trapo… el recuerdo es beneficio que carcome la existencia. Imparable cascada de poética sublingual. Salve savia al semen. Salve ubres universo. Todo un ballet en suave sensación donde la lectura danza la nuca, espalda, dientes, falange, piernas. Movimiento en mi boca y ocurre el verso pólvora, goteo de incendio. Sangre memoria.
Mis gemidos, malvaviscos luciérnagas, en espacios atemporales. Poesía rebelde con causa. Estrellitud de labios en pleno orgasmo. Una tormenta. Me confronta. Desbarato el asfalto como si fuera un cohete en conciencia. Détox de ansiedad. Este es el universo del poeta que me eclipsa mientras leo como un alien tan humana. Palpito frente al espejo con la anatomía letrística de José Eugenio. Solo soy pretexto para el tiempo.
(del libro: estoy alucinando con un cuaderno rayado de ti)
Segunda cápsula: píldora, pastilla, gragea. Recetada para la paz mental y sus conjugaciones. Dosis única. Tomar diario. Un diario de pasta dura para anotar el sinsentido. La poesía de José Eugenio. Medicina que se escribe para estrangular lo que no desvanece.
Brindar con cerveza alhambra para que el cielo retenga la memoria enciclopédica de lo que fuimos y seremos. Qué importa eso, pienso. Prioridad es ser una libreta con rascahuele y un álbum de fotos con la cara que marque las arrugas. José Eugenio susurra: lo que siento supera lo que sé.
Un incesante caer de estrellas en la nada se convirtió de botepronto en identidad fortuita. Lo nombro: evolución ovulatoria. Se ha procreado una revolución. Montones de murmullos y clics compartidos en redes. Todo un linaje de lectores se hilvana en la poesía destreza del autor que escapa de la típica vocal; un cuarto de espejos donde todos se miran derrumbando el lenguaje y formulando respuestas a la belleza caótica de la condición humana y sus bosquejos. Lean y comprueben.
Una poesía tan atrevida, irónica y exquisita que logra descontaminar las influencias caducas. Gran film poético que cosquillea el agobio, un juego magistral que te genera un no sé qué qué sé yo de lujuria introspectiva. Es un placer turistear la biblioteca mental tan fantástica incluida en el libro, que se desgaja en un súbito ir y venir a su antojo.
(del libro: yo solo muerdo los labios por erizarme de más)
Tercera cápsula: procariota. Cubierta pegajosa que se encuentra en las células. Adhesión: mezcla de versos del poeta que reventaron en mi dialecto. Copulación: es la creación de un solo poema:
cuando todo vuelva a la normalidad
pasaje donde uno quede suspendido
línea que tejen los aciertos y fracasos
topas con una niebla densa como muro
es una canción que trata sobre las múltiples formas de volverse loco
el tibio manto ocre del atardecer con un silencio
:soy como tú
que se excita al mirar nuestras sombras recostadas en el suelo
besándose por un largo rato
:el vecino de arriba vive más cerca del cielo
mientras yo tiro mi suerte a un abismo que nunca toca fondo
:algo así dicen que es la vida
que cuando caes también vuelas
la poesía también es la flama que sobrevive en los últimos instantes del fuego
esperando a que arda
lo que nunca
y estremezca
el mundo ya estaba horrendo
pero lo recordamos bonito
la humanidad invierte mucho en tratar de ser superior al destino
es solo que un muerto genera vida
y el vivo lo extermina
no siempre vives con quien amas
no siempre amas
te la metía y me embarrabas los postres
te la sacaba y adivinaba los deseos que le pediste a las estrellas
alimento de dioses
hasta llegar al corazón
soñé que cogíamos frente al espejo
eres lava: pensar en ti es como una tormenta en el mar
el cuerpo lo vestimos con otros cuerpos
y a la mente con otra mentes
hay días que ni los ansiolíticos ni los ansiosos ofrecen solución
lo único que existe es el deseo de ser feliz
y sacudirse los espectros.
(del libro: somos caducidad, quédate con los pelitos y depila lo que no te suma)
¡Gracias, querido primo compadre!
(Presentación de Un incesante caer de estrellas en la nada. Guadalajara, Jalisco)

Cristina Gutiérrez Mar (Veracruz) Reside en Guadalajara, Jalisco. Es autora de Clonazepoems 2.5 mg/ml; aparece antologada en los libros: Labios rojos, chocolate y una rosa (2020), Paisajes del aislamiento (2021), Somos otras (2021), Habitar la letra (2022), entre otros.