María Eugenia Campos, la gobernadora del estado de Chihuahua, parece haber descubierto una herramienta mágica que transforma la realidad con solo un clic: el Photoshop. No me malinterpreten, no estamos hablando de alteraciones visuales de las selfies o de fotos de familia, sino de un Photoshop de discurso, uno que maquilla la cruda realidad de su administración. Con una habilidad casi surrealista, transforma su gestión, borrando o retocando los detalles que no convienen a la narrativa oficial.
Si uno escucha a la gobernadora hablar, podría jurar que vivimos en un paraíso cultural. Campos nos asegura que su gobierno apoya la cultura, que el arte es vital para la cohesión social, que las políticas culturales se están llevando a cabo con toda la energía posible. Pero, si alguien se toma la molestia de ver los hechos detrás de esas palabras, se dará cuenta de que la imagen que nos presentan en los discursos no tiene nada que ver con la realidad. Es como una foto retocada donde los problemas son difusos, borrosos o, si se prefiere, completamente eliminados.

El Presupuesto de Egresos para 2025 es el filtro más evidente de esta estrategia. La Secretaría de Cultura, que en un estado golpeado por la violencia y la inseguridad debería ser una prioridad, ha recibido una asignación del 0.26 por ciento del total del presupuesto, lo que se traduce en una cifra ridícula de apenas 279 millones 367 mil 918 pesos. Si lo comparamos con el año pasado, el monto ha disminuido, pues en 2024 la cifra fue de 284 millones 719 mil 265 pesos. Un descenso tan leve que podría pasar desapercibido, si no fuera porque la gobernadora nos repite constantemente en sus discursos que su gobierno está “enfocado en la cultura”.

Esto no es más que un claro ejemplo de la desconexión entre lo que se dice y lo que se hace. Campos parece usar una especie de filtro de “sonrisa perfecta” para tapar la realidad. A la cultura, a la música, al teatro, a las artes visuales, se les ha recortado lo que debería haber sido un impulso vital para la reconstrucción del tejido social en un estado marcado por el dolor y la violencia.
El Festival Internacional Chihuahua (FICH), que fue creado en 2005 por el entonces gobernador priista José Reyes Baeza, se sumó a la lista de víctimas del photoshop cultural. El evento fue cancelado en 2022, con la excusa de que se reestructuraría para atender mejor las necesidades de la política cultural. Sin embargo, en lugar de haber aumentado su presupuesto para no cancelarlo, el dinero destinado al FICH se redirigió a un pago de deudas con proveedores y artistas.
A lo largo de estos años, no han faltado las críticas a la gobernadora por su “desprecio” hacia la cultura. ¿Recuerdan el discurso de 2023 en la Plaza de la Mexicanidad, cuando confundió una cita de Ramón López Velarde? Ahí la gobernadora olvidó que la historia y la cultura no pueden ser editadas con filtros que borren las imperfecciones de la realidad. Esas equivocaciones, en lugar de ser excusas, se convierten en momentos que reflejan una falta de conexión con el legado cultural del país, con la gente que trabaja día a día para preservar ese patrimonio, y con la necesidad urgente de crear espacios de expresión en tiempos de crisis.
La propuesta en 2021 de extinguir la Secretaría de Cultura y trasladar sus funciones a la Secretaría de Educación y Deporte, sin ningún plan claro, sólo refleja una visión distorsionada de la importancia que tiene la cultura para un pueblo. Si bien el arte no debe ser un lujo, sino una herramienta para la transformación social, la mandataria estatal parece pensar que es algo prescindible, algo que se puede sustituir con más filtros de photoshop.
Y no podemos olvidar el despilfarro del Bicentenario en 2024, cuando el gobierno destinó 38 millones de pesos para la instalación de un domo inmersivo en la ciudad de Chihuahua. El domo, que supuestamente debía ser una gran atracción cultural, pasó desapercibido. Los millones invertidos parecían estar mejor dirigidos a la creación de un espectáculo virtual, que dejó a la ciudadanía sin mucho que celebrar, más allá de la oportunidad para las autoridades de incluir otro filtro más en la foto oficial de sus logros.
El escándalo de La golondrina y su príncipe en el que el Estado destinó 35 millones de pesos en noviembre de 2022, es otro ejemplo del desconocimiento de la gobernadora por la cultura. Intentaron vender a los chihuahuenses que la “superproducción” que según se creador “no tenía nada que envidiarle a Shakespeare en el parque, el famoso festival neoyorquino que lleva casi medio siglo ofreciendo teatro gratuito de alta calidad, el único detalle es que en lugar de ser un festín cultural para todos, esta obra, respaldada por los gobiernos estatal y municipal, costará nada menos que 35 millones de pesos (casi dos millones de dólares) para un total de 12 funciones.

En un estado marcado por la violencia, donde las heridas sociales son profundas, la cultura debería ser una herramienta vital para la sanación, para el diálogo, para la memoria compartida. Pero en lugar de fortalecer la identidad local, rescatar tradiciones y generar espacios seguros para los jóvenes en riesgo, la gobernadora prefiere aplicar el filtro de la indiferencia, de la censura a los proyectos que verdaderamente podrían transformar el estado.
Es innegable que la cultura es un pilar fundamental para contrarrestar la violencia. La música, el teatro, la literatura y las artes visuales no sólo ayudan a encontrar un espacio para la expresión, sino que también permiten visibilizar el dolor, resignificarlo y canalizarlo hacia la resiliencia. Pero parece que a la gobernadora no le interesa borrar el miedo, ni la frustración, ni la desesperanza que muchas comunidades sienten. Más bien, se conforma con crear una foto perfecta de su administración, una imagen idealizada que no tiene nada que ver con la realidad que viven los chihuahuenses.
Maru Campos, la Gobernadora del Photoshop, nos ofrece una visión de su gobierno en la que la cultura se presenta como un adorno, un complemento visual que se puede agregar o quitar según el gusto del momento. Sin embargo, la verdadera cultura no se puede alterar con filtros ni borrar con ediciones. La cultura es la memoria de un pueblo chihuahuense, la resistencia de sus tradiciones, el grito de sus artistas y la esperanza de sus jóvenes. Y todo eso, aunque la gobernadora lo trate de ocultar, está allí, esperando ser rescatado y apreciado en su forma más auténtica.