El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a posicionar a su país como la gran víctima del comercio internacional, al asegurar que otras naciones se han aprovechado de la economía estadounidense. En su más reciente conferencia de prensa en la Casa Blanca, el mandatario confirmó que los aranceles a las importaciones de Canadá y México «seguirán adelante» tras haber sido pausados por un mes.
“Estamos a tiempo con los aranceles, y parece que eso está avanzando muy rápidamente”, declaró Trump ante los medios. En la misma intervención, insistió en su narrativa de que Estados Unidos ha sido maltratado por sus vecinos y aliados. “Hemos sido maltratados por muchos países, no sólo Canadá y México. Se han aprovechado de nosotros”, afirmó, reforzando su postura proteccionista y su discurso de victimismo ante la comunidad internacional.
La estrategia de victimización
Estados Unidos, bajo la administración de Trump, ha construido una imagen de víctima en el comercio global para justificar políticas proteccionistas que, en realidad, buscan fortalecer su posición hegemónica. Sin embargo, los datos demuestran lo contrario: más que ser perjudicado, el país ha impuesto durante décadas políticas comerciales que benefician sus intereses en detrimento de otras naciones.
Desde los acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hasta la renegociación que dio paso al T-MEC, Estados Unidos ha asegurado condiciones favorables para su economía, presionando a sus socios comerciales con medidas unilaterales y exigencias desproporcionadas. La imposición de aranceles, lejos de ser una represalia contra supuestos abusos, es una herramienta de negociación que busca obtener más concesiones de sus aliados.
La realidad detrás del discurso de Trump
Los aranceles que Trump busca reinstaurar afectarían principalmente a productos mexicanos y canadienses que han sido clave en la integración económica de América del Norte. En el caso de México, la imposición de un 25 % de aranceles a las exportaciones hacia Estados Unidos tendría un impacto en sectores estratégicos como la industria automotriz, la manufactura y el sector agrícola.
No obstante, estas medidas no responden a un verdadero perjuicio hacia Estados Unidos, sino a una estrategia de presión. Desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, la economía estadounidense ha sido una de las más beneficiadas, con acceso a materias primas más baratas y una relocalización de la producción que ha mantenido su competitividad. Si bien sectores industriales estadounidenses han sido afectados por la deslocalización, esto se debe más a las decisiones de sus propias empresas que a políticas impuestas por sus socios comerciales.
Canadá y México: socios, no adversarios
El discurso de Trump busca enfrentar a la opinión pública estadounidense con sus aliados más cercanos. México y Canadá han demostrado ser socios confiables en términos comerciales y estratégicos. La pausa en la imposición de aranceles, que Trump aceptó tras una conversación con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sirvió para abrir mesas de trabajo en temas de seguridad, migración y comercio. Sin embargo, la intención de Washington de reanudar las tarifas proteccionistas deja en claro que la administración estadounidense no está interesada en un comercio equitativo, sino en un modelo donde Estados Unidos dicte las reglas sin considerar los perjuicios a sus aliados.
Canadá, por su parte, ha sido un socio fundamental en el abastecimiento de materias primas esenciales para la industria estadounidense, como el acero y el aluminio. A pesar de esto, la administración de Trump ha insistido en presentar a Ottawa como un país que se aprovecha de la relación comercial, cuando en realidad ha sido EU quien ha obtenido grandes beneficios de la cooperación con su vecino del norte.
La hipocresía de la política comercial estadounidense
A lo largo de la historia, Estados Unidos ha utilizado su poder económico para imponer sanciones, aranceles y restricciones comerciales a países que considera una amenaza para sus intereses. Ha utilizado organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial para condicionar economías emergentes, asegurándose de que sus empresas sean las principales beneficiarias de cualquier acuerdo.
Además, Washington ha exigido apertura de mercados y eliminación de barreras arancelarias en otros países, mientras protege sectores estratégicos dentro de su propio territorio. La industria agrícola estadounidense recibe subsidios multimillonarios, generando una competencia desigual con los productores de otras naciones. Paradójicamente, cuando otros países buscan medidas similares para proteger sus economías, son acusados de prácticas desleales.
¿Qué sigue para la relación comercial de América del Norte?
Las mesas de negociación entre México y Estados Unidos seguirán su curso en los próximos días, pero la incertidumbre sobre los aranceles persiste. La administración de Claudia Sheinbaum ha manifestado su rechazo a las políticas proteccionistas de Trump y ha reiterado que México está comprometido con un comercio justo y equitativo.
La reanudación de los aranceles podría tensar aún más la relación entre los tres países de América del Norte y generar un impacto negativo en las economías de la región. En el caso de México, las industrias exportadoras podrían verse obligadas a incrementar precios, lo que afectaría tanto a consumidores estadounidenses como a la estabilidad del mercado laboral mexicano.