La irrupción de Elon Musk en el gobierno de Donald Trump está desatando críticas en diversos sectores. Recientemente, medios de comunicación estadounidenses comenzaron a abordar con mayor detalle la influencia del empresario, quien ya había sido blanco de controversias en Europa.
Su apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), al que llamó “el último destello de esperanza”, provocó reacciones negativas en Alemania. Ahora, Musk parece repetir su estrategia de injerencia, al ser nombrado por Trump en un cargo gubernamental, lo que ha desatado alarmas sobre la influencia de grandes empresarios en la política estadounidense. y su cercanía con movimientos de extrema derecha en otras naciones como Inglaterra.
Elon y el DOGE
La administración de Donald Trump, respaldada por Elon Musk, ha comenzado a reconfigurar el gobierno federal de una manera nunca antes vista, desmantelando estructuras establecidas y generando una creciente resistencia tanto dentro del Congreso como entre la ciudadanía.
De acuerdo con Associated Press, a lo largo de las últimas semanas, un enfoque centrado en la “eficiencia” ha llevado a la suspensión de programas clave, la congelación de fondos federales y un cuestionamiento abierto sobre los límites legales del poder ejecutivo. Según la información publicada por AP, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Musk, está reescribiendo las reglas del funcionamiento del Gobierno federal, aunque los efectos de estas reformas han sido algo inquitantes.
Desde el principio, el optimismo de muchos republicanos ante la asociación de Trump y Musk ha sido evidente. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, predijo que este nuevo enfoque traería consigo “muchos cambios”. Sin embargo, las primeras semanas de implementación de las políticas del DOGE han sido todo lo contrario: una serie de medidas que se alejan de la legalidad y desestabilizan instituciones fundamentales del gobierno.
Las consecuencias de estas decisiones, indican los medios, se han dejado ver en la deserción masiva de trabajadores gubernamentales, el cierre de agencias y la pérdida de confidencialidad de datos sensibles, que han sido expuestos al equipo de Musk, violando protocolos de privacidad a gran escala.
Brian Riedl, exasesor económico de los republicanos conservadores y miembro del Manhattan Institute, dijo a AP que esta estrategia es una “erosión de nuestra democracia”, pues el DOGE parece estar tomando decisiones fuera del alcance de los principios democráticos establecidos.
El presidente Trump, por su parte, ha defendido la dirección en la que el DOGE está llevando al país, argumentando que el gobierno necesita una reforma radical. Musk, siempre polémico, también se ha mantenido firme en su postura, respondiendo a las críticas con el habitual tono desafiante, asegurando que las reacciones negativas son una señal de que están haciendo el trabajo que realmente importa.
Se encieden las alarmas
Otros reportes, como los de The New York Times, señalan que el acceso de los subordinados de Musk a sistemas altamente protegidos, como bases de datos financieros del gobierno y otras informaciones sensibles, ha despertado alarmas sobre la privacidad y el cumplimiento de los protocolos de seguridad. Aunque los funcionarios de carrera advirtieron sobre las posibles implicaciones legales de estas acciones, el equipo de Musk continuó con su plan, apresurándose a cerrar programas y, en algunos casos, incluso a liquidar agencias enteras que habían sido vistas como ineficientes o prescindibles.
La magnitud de esta reforma ha sido tal que se han lanzado mensajes directos a los empleados federales, sugiriendo que su permanencia en la administración podría estar en duda si no se alineaban con los nuevos objetivos de eficiencia.
En este contexto, la intervención de Musk ha desencadenado una supuesta guerra contra la burocracia, cuya magnitud podría tener repercusiones de largo alcance, y que en el fondo podría tener otro objetivo de lo que el gobierno ha informado al público. Los choques entre el equipo de Musk y los empleados de carrera han puesto en evidencia las tensiones inherentes a la política de Trump, quien no ha dudado en respaldar las acciones de su aliado multimillonario.
A medida que los cambios han comenzado a implementarse, los efectos han sido notoriamente disruptivos para las operaciones gubernamentales y, según algunos críticos, han amenazado con debilitar la estructura que sostiene a la administración pública estadounidense.
Algunos especialistas han indicado en diversos medios estadounidenses que la administración de Trump, al alinear a Musk con este enfoque disruptivo, parece dispuesta a poner en práctica lo que algunos consideran una forma de “revolución administrativa”. Si bien la búsqueda de eficiencia es comprensible, los métodos utilizados por Musk y su equipo han puesto en duda la legalidad y la moralidad de sus acciones. En última instancia, el costo de esta reforma, tanto en términos de la estabilidad gubernamental como de la confianza pública, podría ser mucho mayor de lo que sus impulsores han anticipado.