El 26 de octubre de 2025, en medio de luces, festejos y micrófonos complacientes, Ricardo Salinas Pliego volvió a pronunciar una promesa que en México ya suena a eco gastado: dijo que iba a pagar. Que en un plazo no mayor a diez días liquidaría su deuda fiscal. Que sólo necesitaba saber “cuánto exactamente”. Que estaba dispuesto a cumplir. Hoy es 19 de diciembre de 2025 y, como ha ocurrido tantas veces, no pagó nada.
La escena se repite con una precisión casi cínica. El magnate evasor construye una narrativa de buena voluntad, de empresario cansado del litigio, de víctima de la persecución gubernamental, mientras el tiempo pasa y el dinero no llega a las arcas públicas.
Durante años, esa estrategia funcionó. Litigar, impugnar, posponer, confundir. Decir que quiere pagar, pero no ahora. Decir que no sabe cuánto, como si el Servicio de Administración Tributaria improvisara cifras o como si la ley fiscal fuera una adivinanza.
Este jueves, en la Mañanera encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, el discurso encontró un límite. El SAT fue claro: en enero de 2026 llegará la notificación formal de pago por 51 mil millones de pesos. No es una cifra al aire. Es el resultado de adeudos acumulados desde 2008 y de un entramado legal que se estiró por más de una década, hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación cerró definitivamente el caso.
La pregunta ya no es si Salinas Pliego quiere pagar, sino cómo logró no hacerlo durante tantos años. Cómo se construyó una fortuna multimillonaria mientras se evadían obligaciones fiscales al amparo de relaciones de poder, de gobiernos complacientes, de expresidentes y políticos conservadores que vieron en él a un aliado mediático y económico. No es casual que su discurso público siempre haya sido de confrontación con el Estado, mientras en los tribunales exprimía hasta la última rendija legal para no cumplir.
Resulta especialmente ofensivo su intento de minimizar la deuda, al afirmar que para el gobierno representa apenas dos días de gasto. Para millones de mexicanos, esos 51 mil millones significan pensiones, becas, hospitales, medicamentos, escuelas. Significan la posibilidad de fortalecer programas sociales como la Pensión Mujeres Bienestar, cuyo presupuesto anual apenas supera esa cifra.
Salinas Pliego insiste en presentarse como un empresario que “se rompe la madre” para generar riqueza. Lo que omite es que esa riqueza también se sostuvo en la evasión fiscal sistemática. Hoy, el reloj corre sin excusas. Ya no hay instancias legales que lo protejan ni discursos que alcancen. Enero traerá una notificación que pondrá fin a la simulación. Y con ella, una lección pendiente: en México, durante demasiado tiempo, algunos se hicieron millonarios no por trabajar más, sino por pagar menos.
Ante el anuncio del SAT de este viernes, el empresario evasor posteó en su cuenta de X que “Pagamos y listo, ¿qué más? Se les está acabando su narrativa y el Tony tiene mucha cola que le pisen”. La verdad es que no es tan sencillo para el empresario. El adeudo representa casi la mitad de su fortuna total.

