El alma de Ciudad Juárez vuelve a brillar en la nueva serie de Netflix “Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero”, el artista que convirtió su vida en una canción y su historia en una leyenda. A más de nueve años de su partida, su voz sigue viva en cada rincón del país y en millones de hogares del mundo, donde su música aún se escucha como un refugio.
El documental revela los pasajes más íntimos de Alberto Aguilera Valadez, el niño michoacano que encontró en Juárez el lugar donde renacer. Llegó a esta frontera con apenas 13 años, tras pasar por orfanatos y reformatorios. Aquí conoció la pobreza, el rechazo y también la inspiración. En la ciudad trabajó de mozo, lavaplatos y ayudante, pero fue en los bares de de la avenida Juárez, particularmente en el famoso Noa Noa, donde descubrió su vocación de artista, cantando bajo el nombre de Adán Luna, en homenaje a un amigo del internado que lo había tratado con cariño.
El la miniserie se observan tomas inéditas de su vida privada, algunos pasajes de Ciudad Juárez y videograbaciones de sus viajes, que hasta ahora sus seguidores nunca habían visto.
Con los años, adoptó el nombre que lo haría eterno: Juan Gabriel. “Juan” por el nombre de un profesor y padrino que creyó en él cuando nadie más lo hacía, y “Gabriel” por su padre biológico, Gabriel Aguilera Rodríguez, a quien apenas conoció, pero cuyo recuerdo llevó como una herida y una promesa. Así unió ambas figuras —la del mentor y la del padre ausente— en un solo nombre, que simbolizaba tanto la gratitud como la reconciliación con su pasado.
El documental muestra también los momentos más duros de su vida: el año y medio que pasó injustamente preso en Lecumberri, su lucha contra la censura y el desprecio clasista, y la forma en que transformó el dolor en melodía. Cuando por fin subió al escenario con su nuevo nombre, Juan Gabriel, no solo debutó un artista, sino el símbolo de un país que canta a pesar de las heridas.
A nueve años de su muerte, su legado no se desvanece: según Spotify y YouTube Music, más de 14 millones de oyentes mensuales siguen reproduciendo sus canciones. Cada minuto, cientos de personas en el mundo escuchan “Querida”, “Hasta que te conocí” o “Amor eterno”, confirmando que Juanga nunca se fue: solo cambió de escenario.
En esta serie, más que una biografía, se celebra el milagro de un niño que vino del dolor y le devolvió a México la esperanza hecha música.
Violado por un sacerdote en Juárez
En la producción, el periodista cultural Alejandro Brito introduce un relato que hasta ahora permanecía oculto y que ha provocado indignación entre sus seguidores en Ciudad Juárez.
Brito detalla que, a los dieciséis años, Juan Gabriel fue acusado de robar perfumes en Ciudad Juárez y detenido, en parte, por su amaneramiento, bajo el pretexto de obstruir la labor de inspección.
“A los 16, acusado de robar unos perfumes en Ciudad Juárez, y ese año, detenido solamente por su amaneramiento, según esto, por obstruir la labor de inspección…”, dijo Brito en el documental de Netflix.
El trabajo revela que a los 13 años se vio en la necesidad de trabajar de mozo en casa de un sacerdote, el cual abusó sexualmente de él” , sin aportar más detalles sobre el agresor ni las circunstancias.

