Parece que Estados Unidos tiene un trauma histórico que ni Freud podría curar: 638 intentos fallidos de acabar con Fidel Castro y, seis décadas después, sigue intentando asfixiar a la isla con un bloqueo que ni ellos mismos saben justificar.
En la ONU, 165 países dijeron “basta”, pero Washington insiste en que es “teatro político”. Quizá lo es, pero el único payaso en escena parece ser quien no entiende que Cuba sigue en pie, bailando salsa y sobreviviendo al huracán y al embargo.
El bloqueo ya debería tener su propio museo, o al menos una placa que diga: “Aquí yace la obstinación imperial más longeva del siglo XX y XXI”. Mientras tanto, Cuba sigue resistiendo… sin miedo al imperio revuelto, brutal y, sobre todo, rencoroso.
Por trigésimo tercer año consecutivo, la Asamblea General de la ONU volvió a condenar el bloqueo contra Cuba con 165 votos a favor, siete en contra y 12 abstenciones. Una hazaña diplomática que demuestra que, si algo caracteriza a Estados Unidos, es su admirable constancia para quedarse solo.

 
       
             
             
             
            