La escritura es un texto que encierra infinitos sentidos
y que puede ser comparado con el plumaje
tornasolado del pavo real
Escoto Erígena
Hace ya algún tiempo se publicó un estudio cultural que llevé a cabo: Angry Birds: la otra rebelión (Mora, 2018), bajo el sello editorial del Celapec (Centro Latinoamericano de Pensamiento Crítico). Con una perspectiva innovadora, que se rehúsa a someterse a la lógica mercantil, el texto se encuentra disponible de manera gratuita en su versión digital, permitiendo su reproducción, impresión y grabación, siempre que se respeten los derechos de autor.
En su contenido, al igual que en esta pequeña obra, el lector encontrará la siguiente leyenda:
«Reservados todos los derechos. Apoyamos la libre reproducción; la transmisión total y parcial de este libro por cualquier procedimiento electrónico, incluida fotocopia, grabación magnética o cualquier sistema de almacenamiento de información, siempre y cuando se realice sin fines de lucro o medro alguno”.
Este principio otorga un carácter emancipador a la obra, aunque, bajo la lógica del mercado, el acceso libre parece restarle valor. Sin embargo, esta es precisamente la idea que se nos ha querido vender: la desvalorización de los trabajos que se apartan de la universalidad del pensamiento y la praxis dominante.
Cuando se presenta un libro, una de las preguntas más recurrentes suele ser: ¿Qué quiere decir el autor con este texto? Dante Alighieri, en su famosa epístola a Can Grande della Scala, sugiere:
«El sentido de esta obra no es simple, más bien habría que llamarlo ‘polisémico’, es decir, de muchos sentidos: pues el primer sentido es el que se obtiene de la letra; otro, en cambio, es el que se obtiene por el significado de la letra. El primero se llama literal; el segundo, alegórico, moral o anagógico” (Alighieri, 2002).
Todo escritor aspira a crear un texto bajo esta lógica, uno que encierre infinitos significados y se convierta en un legado para la humanidad. Quien afirme lo contrario, lo hace desde un sesgo. Del mismo modo, existen obras que nos guían en la interpretación, como Marginalia o El método de composición de Edgar Allan Poe (Poe, 1973). Incluso, desde diversas metodologías del psicoanálisis, pueden hallarse ciertas luces para desentrañar los significados de un texto.
El estudio al que hago referencia, así como este propio y otros dos que he realizado —registrados y divulgados gratuitamente—, pueden leerse en un sentido literal. Así, el lector puede imaginar a las aves y los cerdos en una batalla constante. Esto, a los eruditos, podría parecer impensable, convencidos de que nadie toma los textos en su sentido más inmediato. Sin embargo, a la par de esta lectura, es posible visualizar la composición del aparato psíquico desde categorías freudianas y lacanianas, o a través de la postura del gran autor bostoniano Edgar Allan Poe. Si ello sucede, significa que el texto ha logrado atrapar al lector hasta llevarlo a una lectura que escapa del análisis, pero que, no obstante, posee una perfecta dimensión estética.
Aquí cabe recordar aquellas palabras del poeta argentino Jorge Luis Borges cuando, en su conferencia sobre la comedia, expone:
“Paul Claudel ha escrito en una página indigna de Paul Claudel que los espectáculos que nos aguardan más allá de la muerte corporal no se parecerán, sin duda, a los que muestra Dante en el Infierno, en el Purgatorio y en el Paraíso, Esta curiosa observación de Claudel, en un artículo por lo demás admirable, puede ser comentada de dos modos.
En primer término, vemos en esta observación una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una vez leído el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que él se imaginaba el otro mundo exactamente como lo presenta. Fatalmente creemos que Dante se imaginaba que una vez muerto, se encontraría con la montaña inversa del Infierno o con las terrazas del Purgatorio o con los cielos concéntricos del Paraíso. Además, hablaría con sombras (sombras de la Antigüedad clásica) y algunas conversarían con él en tercetos en italiano.
Ello es evidentemente absurdo. La observación de Claudel corresponde no a lo que razonan los lectores (porque razonándola se darían cuenta de que es absurda) sino a lo que sienten y a lo que puede alejarlos del placer, del intenso placer de la lectura de la obra” (Borges, 2010, pág. 17)
Esta es, sin duda alguna, la aspiración de cualquier autor: crear una obra que siente precedentes y que pueda ser catalogada como polisémica. Así, podrá ser leída simultáneamente en un sentido alegórico, el cual, a su vez, también puede interpretarse en una dimensión moral o anagógica, siendo estos dos últimos igualmente alegóricos.
En un sentido estrictamente alegórico, el lector puede imaginar que los cerdos representan la referencia que hace George Orwell en Rebelión en la granja, mientras que las aves simbolizan al pueblo que busca emanciparse. En el plano moral, podrá encontrar alegorías que revelen una faceta de contenido reprimido del autor o que expongan los fantasmas que lo atormentan.
Finalmente, en la dimensión anagógica, el lector puede llegar a sentirse en los zapatos del escritor e investigador, comprendiendo las circunstancias que lo llevaron a escribir la obra y dotarla de un significado alegórico.
Así pues, cualquier obra—ya sea una investigación, un poema, una novela, un artículo, una lírica musical o cualquier otra manifestación escrita—tendrá en consideración lo expuesto en el epígrafe de este breve artículo, según lo planteado por el panteísta irlandés Escoto Erígena.
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Trabajos citados
Aliguieri, D. (2002). Obras completas. CDMX: Biblioteca de autores cristianos.
Borges, J. L. (2010). Siete noches. Buenos aires: Lumen.
Mora, R. G. (2018). Angry Birds: La otra rebelión. Juárez, Chihuahua: Celapec.
Poe, E. A. (1973). Obras completas. Barcelona: Editores unidos.