Del Despierta de Bunbury, el filme de Matrix 
y aquel eterno romance de Enrique con Ciudad Juárez
La película hollywoodense Matrix no solo modificó la forma de analizar el cine desde el punto de vista tecnológico, sino que ha sido una de las películas más analizadas por su trasfondo filosófico, psicológico, sociológico y desde muchas perspectivas más. Es probable que este mismo nodo ideológico que expone en el fondo esta cinta cinematográfica sea el mismo que lleva al cantautor ibérico Enrique Bunbury a componer e interpretar Despierta, melodía que da apertura a su álbum Palosanto en 2013.
En la referida cinta, Morfeo le dice en tono de afirmación a Neo un discurso sobre la falta de preparación de la gente para desenchufarse, o lo que sería, en la invitación de Bunbury, “Despertar”. Morfeo subraya una verdad esencial de la condición humana que vive en una ilusión, como la que vivía Truman en aquella magnífica película homónima protagonizada por Jim Carrey. La Matrix funciona como una situación metafórica de una realidad ilusoria y artificial que sirve para controlar a la humanidad al ofrecerle una falsa sensación de normalidad.
La gran mayoría de las personas estarían inmersas en esta ilusión, prefiriendo el status quo del sistema conocido, a pesar de estar basado en la manipulación y la mentira; lo que para Freud sería la realidad material. Por ello, Lacan propondría como Lo real aquello inaccesible para la conciencia, siendo básicamente desenchufarse de la Matrix para acceder a ella y que subyace en el inconsciente.
Para estas personas significaría un doloroso y perturbador “despertar” a la verdad, lo cual resultaría inaceptable, ya que implicaría afrontar que todo lo que creían real es una falsedad. Este acondicionamiento proviene de un adoctrinamiento de años, incluso generaciones, lo cual nos lleva a congeniar con Lacan cuando afirma que el sujeto está determinado antes de nacer, ya que no solo sus padres han determinado en qué creerá, cómo se llamará y muchas situaciones más que ya han determinado a la persona antes de nacer y que están intrínsecamente ligadas a la cultura.
Liberarse de este sistema requiere una gran valía o de enfrentarse al proceso de reaprender y deconstruirse, lo cual exige una voluntad de aceptar la incomodidad y, crucialmente, la disposición a desechar las antiguas convicciones.
Quienes han vivido sin dificultades dentro de la Matrix son los más fervientes defensores de que esto continúe de manera análoga. Morfeo transmite en su discurso que quienes siguen conectados son, a menudo, sus más fervientes defensores, incluso aquellos que no la pasan tan bien en el sistema, pero que toman como designios sagrados lo que sucede en la vida. Esto se debe a que tanto su identidad, como sus valores y el sentido de ellos mismos, están intrínsecamente ligados a las ilusiones de la Matrix.
Significaría que retar a la Matrix sería atacar el sistema, lo que se percibe como una amenaza directa a su propia existencia, por lo que les resulta más sencillo protegerlo que enfrentarse a la posibilidad de haber vivido engañados. Justo a ello nos invita Enrique en la melodía intitulada Despierta (2013, pista 1): a no seguir en la comodidad de la Matrix, sino a darnos cuenta de la falsa ilusión en que nos hemos sumergido. Por ello, la misma portada de este álbum tiene elementos que desafían la comodidad de la Matrix, del sistema que ha naturalizado el vivir como un designio divino, como un dogma, como aquello que no cambiará, y que es análogo a enfrentar al mítico Leviatán, pero sin olvidar que incluso David pudo vencer a Goliat.
El psicoanalista alemán Wilhelm Reich (1972) expresó el supuesto de que, si un trabajador se va a la huelga derivado de la explotación de que es objeto, no requiere de un análisis psicológico complementario; más bien, es necesario preguntarse y someter al análisis psicológico por qué no lo hacen. Bajo esta tesitura, que los ciudadanos busquemos “despertar” del letargo en que nos hemos sumido, que los ciudadanos se manifiesten y emprendan acciones de defensa, no requiere de una explicación psicológica complementaria; que no lo hagan, y peor aún, que defiendan al opresor tratando de legitimar muchas de las acciones que han naturalizado, vaya que no es necesaria, sino indispensable.
Ante tal demostración de los hechos cotidianos, sería preciso preguntarnos: ¿realmente requerimos de un auténtico despertar? ¿Este despertar puede dar atisbos del ciudadano como un ente genuinamente político? ¿O nos encontramos ante un fenómeno de masas que es aprovechado por intereses perversos, que ocultan su verdadero rostro para seguir conectados a la Matrix y no despertar?
Bunbury es un fenómeno mundial, alguien que, a través de su lírica, ha llegado a todo el orbe y que es seguido por diversas generaciones. Es indudable la sinergia, entonces, entre el músico zaragozano y nuestro país, México. En innumerables entrevistas ha señalado la pasión que lo une con los mexicanos, y a la par, los mexicanos han hecho del español un ícono musical, el cual ha mantenido un idilio por años. Por ello, siempre merece observarse cómo su lírica puede impactar en nuestro país.
Sin duda alguna, el artista, en sus primeras producciones musicales como solista, siempre pisaba tierra en la mejor frontera del mundo, en ese laboratorio que es Ciudad Juárez. Bunbury invita también a los juarenses a despertar; se atisba que el ciudadano de hoy ya no es el de ayer. Desde mi propia experiencia, me es lícito rememorar cómo, en agosto del año dos mil dos, cuando recién me estrenaba y llegaba como profesionista a esta frontera, al día siguiente Bunbury se presentaba en el gimnasio universitario con su entonces última producción Flamingos (2002). Era uno de mis anhelos hechos realidad: escuchar a quien había marcado mi adolescencia en un concierto en vivo.
Desde antes, Bunbury no abandonaría la frontera. Los juarenses, de nacimiento y por adopción, ponían a reventar cualquier escenario en el que se presentara. No por nada, en el álbum mencionado, dedicaría Ciudad de bajas pasiones (2002, pista 10) en un tributo a su romance con la frontera. Esta melodía, además de tener un título por demás hermoso, lleno de magia y poesía, cumple en su composición con la tradición literaria mexicana, con la sustancia de las composiciones nacionales y los relatos acompañados de música, tan arraigados y valorados en distintos territorios de México, quizá más presentes en el norte de este hermoso país latinoamericano, y que hoy han vuelto a estar en la palestra mundial con el retrato crudo que han hecho de lo que se vivencia en el país con el género de los corridos tumbados.
Enrique volvería después, de forma recurrente, a pisar suelo fronterizo. Existen una serie de leyendas urbanas (no documentadas) sobre su presencia física en diversos lugares de la ciudad, disfrutando de sus placeres, explorando las más bajas pasiones. Sin embargo, algún episodio desconocido hizo que el artista no pudiera regresar más a tocar en tierras juarenses. Alguna vez leí en una red social un comentario de alguien jactándose de ser el único que podía traer de nuevo al artista a estos lares, ya que, según decía, tenía un contrato que le daba la exclusividad, lo cual derivó en la ausencia de este entrañable artista por aproximadamente una década en nuestra querida tierra.
Sin decir nunca nada al respecto, Bunbury incluía en sus giras la vecina ciudad norteamericana de El Paso, Texas, quizá por la imposibilidad de llevar su música a la frontera de tierras mexicanas. Siempre abarrotaba sus conciertos, pero el ánimo distaba de la magia recíproca con los juarenses, aquel romance que quedó manifiesto en la letra de la canción ya mencionada y en aquellas historias urbanas frescas en la memoria de muchos juarenses.
La espera terminó. En el año 2018, Bunbury pisó el parque El Chamizal en una de las últimas ediciones de un festival en este icónico lugar de la frontera, aderezando como elemento principal el conocido Tecate Supremo, presentando su última producción musical Expectativas. Fue como volver con un viejo amor que nunca dejó de latir; quizá feneció el contrato que lo distanciaba de los fronterizos. Volvió impetuoso a demostrar a sus fieles seguidores que el romance nunca terminó: los invitó de nuevo, con una voz poderosa, a despertar. Latieron nuevamente aquellas bajas pasiones, recordando aquella exposición del filósofo alemán Friedrich Nietzsche en el aforismo 58 de su obra Humano, demasiado humano.
“Podemos prometer acciones, pero no sentimientos, pues estos son involuntarios. Quien promete a alguien amarle siempre u odiarle siempre o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano; lo que se puede prometer es acciones que, en verdad, son originariamente las consecuencias del amor, del odio, de la fidelidad, pero que también pueden provenir de otros motivos, pues a una sola acción conducen caminos y motivos diversos. La promesa de amar siempre a alguien significa, pues: en tanto que te amé, te demostraré las acciones del amor; si dejo de amarte, seguirás, no obstante, recibiendo de mí las mismas acciones, aunque por otros motivos, de modo que en la mente de las demás persista la apariencia de que el amor será inmutable y siempre el mismo. Por tanto, se promete la persistencia de la apariencia del amor, cuando, sin cegarse a sí mismo, se promete a alguien un amor eterno.” (Nietzsche, 1986)
En 2018, antes de sufrir un episodio que lo obligaría a retirarse temporalmente de los escenarios debido a una afección provocada por un químico presente en el show de humo característico de sus conciertos, regresó el hijo predilecto de la fronteriza Ciudad Juárez. Quizá fue la última vez que la frontera juarense pueda recordar una presentación de este icónico músico, quien invitó, en la apertura del concierto, a la población a “Despertar”. Fue un reencuentro: si los sentimientos son involuntarios, como lo expresa el filósofo alemán, las almas sonaron al mismo tono, surgió la sinergia, esa simbiosis entre artista y público, aquello que, por más que intentemos evitar, tiende a fluir inconscientemente.
Bunbury tendría romances a lo largo y ancho de Latinoamérica, tal como lo plasmó en una de sus obras más extensas, donde rinde tributo a su amor idílico con América. Primero, en Viaje a ninguna parte (2004), un disco doble; posteriormente, a su pasión por la música de las entrañables cantinas que pululan por doquier en esta hermosa tierra, con su inmortal Licenciado Cantinas (2011). Pero, sin duda, y como señal simbólica de ello, la “X” de fondo en su álbum Expectativas (2017) nos recuerda a los fronterizos el estandarte más emblemático de nuestra extraordinaria Ciudad Juárez. Su regreso a los escenarios, en la mejor frontera del mundo, coincidió en el mismo año y avivó una pasión indisoluble, quizá en lo que fue el último vals con su público. Solo nos queda esa invitación a “Despertar” y el regreso al amor por América Latina en su última producción musical, cuyo título, Cuentas Pendientes, huele a sentencia.
Trabajos citados
Bunbury, E. (2002). Flamingos [Grabado por E. Bunbury]. Avinyonet de Puigventós, Gerona, España.
Bunbury, E. (2004). El viaje a ninguna parte [Grabado por E. Bunbury]. De El viaje a ninguna parte. Gerona, España: E. Bunbury.
Bunbury, E. (2017). Expectativas [Grabado por E. Bunbury]. De Expectativas. Texas, Estados Unidos: E. Bunbury.
Nietzsche, F. (1986). Humano, demasiado humano. México, D. F.: Editores Mexicanos Unidos.
Reich, W. (1972). Psicología de masas del fascismo. Madrid, España: Ayuso.
Varios (2011). Licenciado Cantinas [Grabado por E. Bunbury]. Tornillo, Texas , Estados Unidos.

 
       
             
             
             
            