En El Viaje Vertical, de Vila-Matas, la historia comienza con el diálogo de una mujer: “Si no te tuviera miedo, si mi carácter fuera más fuerte, ahora me atrevería a decirte lo mucho que me gustaría…” La frase parece quedar inconclusa, sólo para situar al personaje en una escena cotidiana, preparando la comida en la cocina. El tema es la separación de un matrimonio que recién cumplió 50 años juntos. Para llegar a la conclusión de que ella no desea pasar su vejez al lado del hombre con el que se casó y formó una familia.
Hace unos días, comentando este tipo de situaciones (que al parecer nos alarman con mayor frecuencia o será que ponemos más atención, no lo sé), una amiga me preguntaba si se deberá a la edad. Ella, claro, lo decía por su caso muy particular. En ese momento pensé que eso de las crisis de la edad más bien me sonaba falso. Nos resulta más fácil y cómodo justificarlo con una frase hecha: es la crisis de los 30 o 40 o 50, etc. La verdad es que llegamos al punto en que simplemente debemos renovarnos, porque cambiamos. Ya otro amigo, recién casado, me decía que el amor no es eterno. Aunque suene triste creo que es más auténtico pensar en que es muy normal que eso suceda, que el amor se termine. En estos tiempos quién puede jurar amor eterno, cuando ni siquiera sabemos si nos equivocamos al escoger pareja. Siempre han existido las familias y parejas disfuncionales, no es una novedad. La vida que construimos en pareja abarca tantos niveles de nuestra estructura emocional como de comportamiento, que nos resulta extraño y hasta temeroso. Para algunos más, para otros menos. Es innegable que todos nos relacionamos, madres, hijos, parejas. Pero lo que no podemos negar es que tendemos a ser controladores y ya por ahí se van distorsionando las cosas.
Lo que Julia, personaje de El Viaje Vertical, pretendía decirle a su marido y que no se atrevía, era lo mucho que le gustaría que se fuera de su lado, que se marchara para siempre de la casa y la dejara sola. Ella tiene sus razones, al igual que cada uno de los que abandona su pareja. Sea como sea, como dije no es novedad. Sin embargo, últimamente he descubierto aspectos que sólo veía en la televisión o en la nota roja de algún periódico. Me pregunto ¿qué estará pasando? Se desbordó un odio a las mujeres. Algo realmente extraordinario debe pasar para que ahora salgan a flote todos estos oscuros comportamientos. Y no me refiero solo al tipo que vemos en las publicaciones, como los deudores alimenticios, sino más terribles y que duelen en el alma, feminicidios. El machismo o la misoginia tiene tantos matices y vertientes, hombres y mujeres los poseemos igual, tanto los que gozan de una “muy buena” educación, como comportamientos intachable, como los que sin oportunidad de nada, arrebatan la vida sin más. Sólo para terminar dándonos cuenta, porque ellos parecen no notarlo ni aunque les pasaran una retrospectiva, que los machines son en realidad unos peleles; que los comprensivos, se volvieron un ejemplo de falsa moralidad y fidelidad; y lo peor, convertirse en exhibicionistas o acosadores sexuales, no solo de mujeres sino de niños. Tendremos algo de ofidio, por lo que tendemos a cambiar cada determinado tiempo. Qué va a suceder la próxima vez que surja otro cambio. Como dice William Carlos Williams, el descenso seduce/ como sedujo el ascenso./ Nunca la derrota es sólo derrota, pues / el mundo que abre es siempre un paraje / antes / insospechado.
Ojalá así fuera, sería simple, sin dolor, sin miedo.
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Gabriela Velázquez Villegas nació en la Ciudad de México, el año de la primera nevada en la ciudad, 1967. Adquirió su primer libro, Belleza Negra de Anne Sewell, mientras se recuperaba en una sala de hospital. A partir de ahí recibiría libros como obsequio, Las mil y una noches, entre otros. Comenzó a escribir en la secundaria, como típica alma solitaria, consecuencia de las constantes mudanzas familiares. Deseaba estudiar cine, pero terminó en Europa a los 18 años. Trabajó en Genval y vivió París de noche. Cursó la carrera de Letras Hispánicas e Hispanoamericanasparalelo a la carrera de cine en la UDG. Comenzó a publicar en revistas y suplementos, así como sus primeros libros de cuentos y relatos. Incursionó como empresaria en el área de alimentos orgánicos. Se desempeña como docente desde hace varios años, y es mediadora de salas de lectura.