México no es hoy el mismo país que hace una década. Contra los pronósticos de quienes apostaron al estancamiento, las cifras muestran que el mapa social se está moviendo: la pobreza retrocede, la pobreza extrema también, y el piso económico de millones de familias comienza, lentamente, a endurecerse.
No es una hazaña menor en un continente donde los contrastes suelen imponerse, pero es una realidad medible, verificable y reconocida por organismos internacionales. Y aunque aún queda un largo camino para cerrar brechas históricas, puede decirse que el avance existe, pesa —y no se puede ignorar.
De acuerdo con el informe 2025 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), México es el país latinoamericano que más redujo pobreza y pobreza extrema en los últimos diez años. No solo se trata de una tendencia regional; es un cambio de fondo en la estructura social mexicana. El 10 por ciento de la población más rica aún concentra una tercera parte del ingreso nacional, mientras que el 10 por ciento más pobre apenas recibe el 2 por ciento. La desigualdad persiste, sí, pero la brecha empieza a comprimirse desde abajo hacia arriba.
El organismo destaca un punto clave: los salarios. Dos de los tres puntos de reducción de pobreza registrados en el último año se explican por el incremento real del salario mínimo, que creció alrededor de 135 por ciento entre 2018 y 2025. Detrás de esa cifra hay empleos formales más dignos, nóminas que alcanzan para un poco más y economías familiares con un margen de respiración que antes no existía. A ello se suma la política social que ha ampliado becas, pensiones y transferencias directas para sectores históricamente rezagados, lo que refuerza el piso y evita que quienes avanzan vuelvan a caer.
La Cepal también reconoce el peso de México en el panorama regional: 60 por ciento de la reducción de pobreza en América Latina en 2024 provino del caso mexicano. Brasil aportó otro 30 por ciento, pero es México quien empuja con mayor fuerza el indicador general. No es solo demografía —aunque cuenta—, sino una estrategia sostenida de recuperación salarial y expansión del bienestar.
La Cuarta Transformación ha sido insistente en este terreno. La apuesta social está ahí, visible. Será criticada o aplaudida según la trinchera, pero los números no admiten un matiz fácil: México está reduciendo pobreza. Falta camino, falta igualdad, falta distribución más justa, pero el rumbo no es casual. Es política pública, y está dando resultado.
Pese a quien le pese.

