En Ciudad Juárez, donde el arte suele abrirse paso entre el polvo y el desierto, un grupo de jóvenes decidió crear su propio espacio de libertad. Se llaman Perritos Independientes, y más que un colectivo, son un club que nació en 2019 con el deseo de compartir arte sin depender de instituciones ni galerías. Su herramienta es el fanzine, una publicación artesanal hecha con tijeras, grapas y muchas ganas de contar historias desde la frontera.
“Lo nombramos club con el fin de no darle la identidad de colectivo —explica Ana Iram, una de sus integrantes, junto a Román y Cassandra—, porque creemos que los colectivos tienen una implicación de responsabilidad más grande de la que nosotros podemos asumir en un sistema capitalista. Quisimos que esto fuera más libre”.

El club ofrece talleres abiertos al público, pero no los llaman talleres formales. Los definen como espacios para jugar, crear y descubrir. Allí, los asistentes aprenden la historia del fanzine, exploran sus formatos y descubren cómo usar su voz a través de esta forma de expresión independiente. Se trata de de una declaración de identidad; en el que cada collage, es una conversación con la comunidad.
Con el paso del tiempo, Perritos Independientes ha sido hogar para distintas personas, artistas y soñadores que han ido y venido, dejando su huella en este laboratorio fronterizo de ideas.

“Ahorita somos cinco los integrantes”, comenta Ana Iram, quien recuerda que el proyecto nació para compartir su arte en lugares más accesibles, sin esperar el reconocimiento institucional. “Queríamos que fuera un arte más cercano a la gente”.
La independencia, dice, es parte de su filosofía. No solo como una decisión estética, sino como una postura política frente a un sistema que a menudo asfixia la creatividad. Esa convicción los llevó a obtener la Beca del Fondo Transborder, un programa nacido del legado del Sintonizador Fronterizo de Rafael Lozano-Hemmer en la región de El Paso–Ciudad Juárez. El fondo impulsa proyectos que fomentan la práctica social, la creatividad y el compromiso ético con la comunidad transfronteriza.



Con ese apoyo, el club impulsa actualmente la Fanzinoteca Fronteriza, un proyecto que busca trabajar con bibliotecas, sin importar si pertenecen a una institución o son creadas dentro de una casa. “Lo importante —dice Ana Iram — es que exista un lugar donde la gente pueda leer, hojear y compartir fanzines, porque también es una forma de construir memoria”.
Pero más allá del arte, Perritos Independientes reflexiona sobre lo que significa crear en un entorno tan demandante como el actual.
“Los artistas antes que tener una responsabilidad con la sociedad, la deben tener consigo mismos. No solo se trata de pensar que se va a estar bien, sino de cubrir necesidades básicas como el sueño, la alimentación y la salud mental. Son cosas que nos ayudan a ser creativos y a ejecutar nuestras piezas con más claridad, sin operar solo desde la economía, sino desde lo social y lo crítico”, explica Iram´

En su visión, Ciudad Juárez todavía no alcanza la sensibilidad artística de otras ciudades como Tijuana, pero avanza. “Es necesario conocer y respetar lo que cada persona hace y saber que el arte siempre se puede complementar. Por eso nos gusta el fanzine: porque es multidisciplinario. Puedes mezclar texto, fotografía, dibujo y cualquier otra disciplina, hacerlo a tu manera. Eso impulsa libertades para crear y sensibiliza al público”, agrega.

Hoy, el club busca nuevos colaboradores: personas con ganas de aprender, compartir o simplemente acercarse a conversar entre hojas y grapadoras. En su pequeño universo, no hay jerarquías ni reglas estrictas. Solo el deseo de crear comunidad desde la orilla del arte.
Quienes deseen conocer más o sumarse al proyecto pueden encontrarlos en Instagram como @perritos.independientes. Ahí, entre historias y publicaciones, late el espíritu de una generación que sigue creyendo en el poder de la palabra impresa, el dibujo libre y la imaginación colectiva.

