En una jornada electoral que quedará marcada en la historia política de Estados Unidos, Donald Trump sufrió una de las derrotas más simbólicas de su carrera. Nueva York, la ciudad que lo vio nacer y construir su leyenda de magnate inmobiliario, eligió a Zohran Mamdani como su nuevo alcalde.
El hecho es histórico porque se trata de una figura política que encarna un cambio de época. Veamos por qué. Mamdani es el primer alcalde musulmán de la ciudad, el más joven y el primer inmigrante en décadas en ocupar ese cargo. Su victoria se ha convertido en un acto de resistencia ideológica frente a la figura polarizadora del presidente Trump.
Mamdani, nacido en Uganda hace 34 años y autodenominado socialista demócrata, logró articular un discurso que combinó justicia social, diversidad y orgullo migrante en una ciudad históricamente construida por extranjeros. Su triunfo fue rotundo: con el 91% de los votos contados, obtuvo el 50.4% de los sufragios, frente al 41.6% del exgobernador Andrew Cuomo y el 7.1% del republicano Curtis Sliwa.
De acuerdo con medios estadounidenses, en su discurso de victoria, Mamdani habló desde Brooklyn a una multitud diversa: “Desde la abuela mexicana hasta las enfermeras uzbecas, esta victoria es de ustedes. Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, impulsada por inmigrantes y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante”.
El mensaje fue un golpe directo al corazón del trumpismo. No solo porque desafía su narrativa antimigrante, sino porque ocurrió en el bastión simbólico de la familia Trump. Nueva York fue el lugar donde Friedrich Drumpf, abuelo del actual presidente, inició su vida en Estados Unidos en 1885, y donde su padre, Fred Trump, levantó el imperio inmobiliario que catapultó a Donald a la fama. Que un inmigrante de origen africano, musulmán y socialista conquiste esa misma ciudad un siglo después tiene el peso de una parábola política.
La derrota también llega en uno de los peores momentos de popularidad para Trump. De acuerdo con RealClearPolitics, su nivel de aprobación cayó a 43.4%, mientras su desaprobación alcanzó un 54.4%, la mayor diferencia desde su regreso a la Casa Blanca. La polémica reciente por la demolición del ala este de la Casa Blanca para construir un salón de baile, símbolo de su megalomanía política, ha intensificado el rechazo popular. Solo el 28% de los estadounidenses apoya el proyecto, frente al 56% que se opone.
Entre los jóvenes, el deterioro de su imagen es aún más drástico: mientras al inicio de su segundo mandato mantenía un saldo positivo de tres puntos entre menores de 30 años, hoy su aprobación ha caído a -40, según Economist/YouGov.
El triunfo de Mamdani, en ese contexto, representa mucho más que una victoria local. Es una muestra del agotamiento del trumpismo incluso en sectores tradicionalmente ajenos a la izquierda. El joven alcalde logró movilizar a una coalición transversal: trabajadores, inmigrantes, minorías raciales, jóvenes desencantados con la política tradicional y progresistas urbanos que reclaman un nuevo contrato social.
La era del populismo autoritario está encontrando sus límites frente a una nueva generación que combina identidad, conciencia social y organización. Mamdani, que durante años militó en los márgenes de la política local, emerge ahora como un símbolo de renovación y esperanza. Su triunfo encierra una ironía histórica: mientras Trump intentaba redefinir la Casa Blanca a su medida, un inmigrante africano redefinía la ciudad que dio origen a su apellido.
En la segunda presidencia de Trump, donde el desencanto crece y el país se fractura cada vez más, el ascenso de un alcalde socialista en Nueva York marca un hito. Además de ser la primera vez que un político de izquierda conquista la urbe desde Fiorello La Guardia en los años treinta, lo hace representando todo aquello que Trump desprecia: juventud, diversidad, migración y solidaridad.
Su triunfo ha encendido una luz que podría marcar el inicio de un cambio más profundo en la historia estadounidense.

