La líder opositora venezolana María Corina Machado fue anunciada este viernes como ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025, reconocimiento que, según el Comité Noruego, celebra su papel como “figura clave y unificadora en una oposición política antes profundamente dividida”.
El presidente del comité, Jørgen Watne Frydnes, explicó que Machado ha sido un referente en la demanda de elecciones libres y un gobierno representativo en Venezuela, país que desde hace más de dos décadas enfrenta un régimen autoritario. Su liderazgo, añadió, ha permitido tender puentes entre distintas corrientes opositoras, convirtiéndose en un símbolo de resistencia democrática.
El anuncio sorprendió al mundo, aunque quizá no tanto a Donald Trump, quien hasta el último momento alimentó el rumor de que él podría llevarse el galardón. El presidente estadounidense se había presentado —sin modestia alguna— como un promotor de la paz mundial, pese a su historial de tensiones diplomáticas y su amor por los muros.
Pero no hubo milagro nórdico: el Nobel viajó al sur del continente, y, según los más sarcásticos en redes, Trump ya estaría pensando en imponer aranceles a todo país que celebre el premio, o al menos a Noruega por “injusticia comercial”. El humor negro no se hizo esperar: “si la paz no le pertenece, al menos podría cobrar impuestos por exportarla”.
Mientras tanto, Machado celebró con discreción el reconocimiento, que la coloca como una de las voces femeninas más influyentes de América Latina. Ingeniera industrial y exdiputada, fue inhabilitada por el régimen de Nicolás Maduro, pero siguió al frente del movimiento opositor, insistiendo en una transición pacífica hacia la democracia.
El Comité Noruego subrayó su “valentía y coherencia ética en un contexto de represión y censura”. En contraste, el nombre de Trump quedó reducido al anecdotario de los eternos aspirantes al Nobel que no lo obtuvieron… aunque probablemente sí estén calculando cuánto puede costar el aplauso internacional en aranceles y tasas de importación.
Este año, la paz se premió con acento latino y una dosis inevitable de ironía global.