Las muertes de dos capitanes de la Secretaría de Marina han abierto un amplio margen de dudas debido al contexto en el que ocurrieron: justo en medio de las investigaciones por el llamado huachicol fiscal. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum pidió que no se hagan vinculaciones precipitadas, resulta difícil no establecer conexiones en un escenario donde los hechos parecen demasiado cercanos entre sí.
El primer caso fue el del capitán Abraham Pérez Ramírez, quien se habría quitado la vida a inicios de semana, después de que su nombre apareciera en un medio de comunicación relacionado con las indagatorias. La Fiscalía General de la República (FGR) aclaró que no estaba vinculado con el caso y que su muerte obedeció a motivos personales.
Apenas un día después, la Marina reportó la muerte del capitán Adrián Omar del Ángel Zúñiga durante una práctica de tiro real en Puerto Peñasco, Sonora. El oficial se había desempeñado como subadministrador de la Aduana de Manzanillo en 2022, un cargo especialmente sensible debido a las denuncias sobre redes de corrupción en la importación de combustibles. Cabe recordar que en ese mismo puerto, su sucesor, el contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar, denunció el tráfico de huachicol fiscal y fue asesinado en Colima en noviembre de 2024.
Este contexto convierte lo que a primera vista podrían parecer hechos aislados en una serie de coincidencias difíciles de ignorar. La presidenta Sheinbaum ha insistido en que el caso de Del Ángel Zúñiga fue un accidente y que el de Pérez Ramírez fue de orden personal, pero la cercanía temporal y las trayectorias de ambos elementos hacen que las sospechas crezcan.
“Fue un accidente, pero hay que hacer una investigación; por respeto a la víctima ya informará el gabinete de seguridad”, señaló la mandataria. El fiscal Alejandro Gertz Manero también insistió en que no hay vínculos entre el capitán fallecido por suicidio y las pesquisas del huachicol.
Sin embargo, las dudas persisten. Para muchos observadores, parece como si se tratara de una teoría conspirativa hecha realidad: oficiales vinculados a puertos estratégicos y a investigaciones sobre combustible adulterado que mueren en circunstancias trágicas en menos de 48 horas.
La Marina y la FGR mantienen abiertas las investigaciones, mientras que la narrativa oficial subraya la importancia de no manchar con especulaciones a una de las instituciones más reconocidas por la ciudadanía. No obstante, en la opinión pública queda flotando la percepción de que algo más profundo podría estar detrás de estas muertes.