No quería ponerme a charlar con la vecina, pero, ante todo, soy un caballero y no tuve más remedio.
Esa noche nos pusimos a platicar; ella sentada en la azotea con las piernas “echadas” del lado de mi patio y yo sentado en uno de los taburetes del juego de muebles para jardín.
Y, como a la una de la mañana, la vecina me dice:
—No tiene un vinito por ahí… La noche está muy apetitosa y no tengo nada de sueño.
—Sí, tengo una cava pequeña de bambú con capacidad para ocho botellas y la mantengo llena.
—¿Son vinos finolis?
—Ni tanto… Son botellas que cuestan entre 400 y mil 200 pesos.
—¿Y tiene cervezas heladas?
—Sí, también tengo tequila, mezcal y whisky.
—Está bien armado. ¿Qué tipo de borracho es usted, vecino?
—No sea llevada, vecina.
—¿Por qué? Me interesa saber si no se transforma, como muchos. ¿Sí sabe que hay ocho tipos de borrachos?
—No, ¿cuáles son?
—Mire, pare oreja. Existen: EL BORRACHO FELIZ… El mejor tipo de borracho: son el alma de la fiesta. EL BORRACHO NEGADOR… “No estoy borracho”, “Qué va, si voy perfectamente: ¿pedimos otra?”. El borracho negador sigue diciendo que no está borracho, aunque ya está hasta las manitas. EL BORRACHO LLORÓN… Llora por todo y estar al lado suyo es un fastidio. EL BORRACHO ATREVIDO… Hace cualquier cosa para llamar la atención. EL BORRACHO FILOSÓFICO… Son un aburrimiento, más si estudian o trabajan en algo relacionado con Filosofía, Literatura o Ciencias Políticas. En un momento de la noche sacarán temas súper importantes como la crisis política del país o la existencia de Dios. EL BORRACHO INAPROPIADO… Son los borrachos que se comportan no precisamente de manera apropiada. Normalmente se creen guapos. Dan abrazos cada cinco segundos. EL BORRACHO DJ… Los encontrarás en fiestas caseras o en aquellos sitios donde sean los amos y señores de la elección musical de la fiesta. Y, por último, EL BORRACHO SOBRIO… Borrachos que beben y beben… y siguen con la misma cara.
—Pues a mí me gusta echarme unos drinks de vez en cuando, tranquilamente, y por eso aquí siempre hay algo de tomar, porque tengo muchos amigos y amigas que vienen a visitarme… pero ahora, con la pandemia, no los veo.
—¿Y si destapa una botella de vino y nos la bebemos? ¿Está solo, verdad?
—Sigo solo. Déjeme ir por una botella y dos copas.
—Esa voz me agrada. Mientras, bajo por un repelente para mosquitos; los canijos se están dando un banquete conmigo. Vecino, ¿pero sí va a salir?
—¡Claro!